martes, 15 de junio de 2010

Babilonia después del II milenio a.C.



A mediados del II milenio a.n.e. los hititas arrasaron la ciudad de Babilonia, pero no se establecieron allí. Desaparece la dinastía real de la familia de Hammurabi y se crea un vacío de poder, que será aprovechado por un pueblo procedente del actual Irán, los cassitas, para instaurar su propio gobierno en la región.
Mientras tanto, en el Norte, el mundo asirio se ve libre del control de Babilonia sólo para pasar a formar parte del área de influencia del estado de Mitanni.
Los casitas aceptaron la cultura superior babilónica como otros muchos pueblos, a la que aportaron el uso del caballo y la forma de medir el tiempo por los años de reinado del monarca.
Fueron poco conocidos porque en esta época tenían más importancia los acontecimientos de Hatti, Egipto y Mitanni, aunque la dinastía que más tiempo reinó en Babilonia: de 1570 a 1157.
Su monarquía era de tipo feudal, en la que pocas familias tenían en su poder la mayor parte de los campos y dominaban el comercio.
Se conocen muy pocos restos del legado cassita. Este pueblo se dedicó más a reparar y reconstruir los edificios antiguos que a realizar sus propias obras, por lo que no han dejado muchas huellas arqueológicas. Quizás la única excepción sea su nueva capital construida por el rey Kurigalzu, Dar-Kurigalzu, que se convertirá en el nuevo centro administrativo. Levantarán edificios propios de una capital, como templos, palacio.
Pero la gran aportación de los cassitas fue la introducción de los ladrillos moldeados con relieve. Era una innovación doble: el barro se cocía y se aprovechaba una de las caras de los ladrillos para moldear motivos decorativos.
Otra de las novedades que encontramos bajo el dominio cassita es la aparición de los kudurru, monolitos de piedra de alrededor de medio metro de altura que se utilizaban para marcar o delimitar los territorios. Cumplen la función de ser la escritura de propiedad de la tierra que está marcando. Muchas de estas piedras incluyen, además de texto, representaciones figurativas. La parte inferior suele dejarse en blanco, ya que estará incrustada en la tierra.
La correspondencia de Amarna, ayuda a conocer a los sucesores de Kurigalzu I en el papel que desempeñaban. Las familias reales egipcia y babilónica se encuentran ahora vinculadas matrimonialmente y los reyes se tratan de <>, lo que significa implícitamente igualdad de condición. El protocolo exigía una forma de saludo complicada, con preguntas sobre la familia real, en particular sobre los caballos y los carros del rey. Los monarcas se intercambiaban obsequios, en los que Babilonia enviaba a Egipto caballos, carros y lapislázuli. Egipto, oro y también plata, bronce, marfil, muebles de ébano y otras maderas preciosas, prendas de vestir y aceite. Entre las dos familias se concertaron matrimonios, (siempre de princesas babilonias para el harén del faraón y no al revés).
En el aspecto de la arquitectura monumental, destaca la fortaleza de Kurigulzu, reinas que existen en Aqar Quf, justo al oeste de Bagdad, fue construida como línea de defensa contra Asiria y Elam, en época de Kurigalzu (h. 1390).
El lugar es célebre hoy por su zigurat, muy bien conservada, que aún se levanta a 57 metros por encima de la llanura, que los antiguos solían confundir con la torre de Babel. Su perfil distintivo se debe a capas de esteras de caña y cuerdas trenzadas, que se conservan muy bien después de tres mil años, que atraviesan horizontalmente la estructura, tal vez para hacer de agentes niveladores y de unión mientras se edificaba la torre, así como durante el posterior secado de la obra de albañilería.
Un vasto palacio se encontraba al noroeste del zigurat, construido en diversas fases, con una técnica muy inusual y distintiva, en la que algunas hiladas de ladrillos aparecen colocadas alternativamente de forma horizontal y de canto.
Aunque ahora sabemos que el uso de ladrillos sin cocer, para la decoración arquitectónica exterior.
Los sellos casitas, sin sellos cilindricos que muestran una insólita variedad de símbolos, entre ellos la <>. Otra innovación era la larga inscripción en sumerio, que con frecuencia llenaba la mayor superficie del sello. Generalmente se trataba de una plegaria dirigida a una deidad tutelar, cuya expresión era a menudo oscura, tal vez una manifestación de los intereses cultos que caracterizaron este periodo. Así como la aparicón de motivos vegetales y naturalistas.

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