martes, 15 de junio de 2010

NEOLÍTICO

1.- Los postulados en torno a los orígenes del Neolítico y sus bases
El término neolítico sigue teniendo vigencia, definiéndose como un período arqueológico caracterizado por unas asociaciones recurrentes que permiten la reconstitución de las primeras sociedades productoras de subsistencia con unas características sociales, culturales y tecnológicas distintas de las cazadoras-recolectoras que las preceden. Se ha diferenciado el término neolitización, que incdiría más específicamente en el estudio de la etapa formativa o período de transición y en la dinámica de cambio de un modo de vida basado en la caza y recolección de alimentos silvestres al control artificial de la reproducción de determinadas especies animales y vegetales.
Para la explicación del origen del Neolítico habría dos modelos, los autoctonistas (aculturación indirecta) y los difusionistas (aculturación directa). La primera viene dada por los procesos de interacción entre agricultores y cazadores-recolectores, que llevarían a la neolitización de éstos; la segunda se daría por procesos de difusión de las técnicas y la economía neolítica que tuvieron lugar dentro de las tramas sociales de los grupos mesolíticos.
Existen diversos modelos teóricos que tratan de identificar el origen del Neolítico.
A partir de los años sesenta se empezaron a rechazar estas interpretaciones y se comenzó a valor el protagonismo que los grupos locales habían tenido en el proceso de cambio, defendiéndose la evolución autóctona como resultado de la adaptación de los grupos epipaleolíticos a su medio natural.
El proceso de interacción entre los grupos neolíticos y el sustrato indígena es lo que algunos autores como Bernabeu han llamado modelo dual o modelo mixto, que explica cómo la adopción del Neolítico en Europa se produjo por la llegada de poblaciones conocedoras de la agricultura y la ganadería que entraron en contacto con las poblaciones indígenas, las cuales fueron modificando sus tradicionales formas de subsistencia. El llamado modelo dual, argumenta sus explicaciones en la llegada de contingentes poblacionales desde otras áreas del Mediterráneo, que comenzasen a aculturar a la población indígena creando un modelo de neolitización mixto, en el que intervienen elementos foráneos y autóctonos. Este modelo de interpretación supone que los primeros establecimientos neolíticos fueron costeros, ofreciendo el denominado modelo de colonización marítima.
Por la documentación existente, no puede matenerse que en los territorios europeos occidentales existiesen los precedentes salvajes de los primeros animales domesticados, ni de los cereales que se cutivaron por primera vez, descartando lo cual los estudios se han dirigido a averiguar por qué y cómo se expandió el nuevo sistema.
En los últimos años, para explicar la forma en la que pudo producirse la expansión neolítica, se ha acpetado de manera generalizada el modelo denominado oleada de avance propuesta por las investigaciones de Ammerman y Cavalli-Sforza.
Otros autores, se decatan por ofrecer versiones más complejas de la neolitización, basadas en las redes de intercambio como el principal vehículo que permitió la extensión de la agricultura por el Occidente europeo, sin que necesariamente hubiesen existido fenómenos de desplazamiento de la población: es el modelo del filtro percolativo o insular también conocido con el nombre de capilar.

2.- La expansión del Neolítico en la Península Ibérica
Al abordar la expansión del Neolítico en la Península Ibérica hay que enmarcarlo en la problemática general de la neolitización de Europa, y más concretamente del Mediterráneo occidental, puesto que es imprescindible conocer el marco geográfico en el que se desarrolló esta cultura para entender correctamente sus posibles relaciones externas, las influencias que pudo recibir y las vías por las que pudieron efectuarse dichos contactos.
El Neolítico parece llegar a la Península Ibérica como un fenómeno nuevo, que introdujo en este territorio nuevas especies animales y vegetales. Antes de esta época no existía en territorio peninsular ningún tipo de ovicáprido que pudiese ser el ancestro de los que aparecerán en este momento, ni se contaba con cereales autóctonos.
La identificación de los primeros grupos en todas las costas del Mediterráneo occidental fue fácil por existir asociada un tipo de cerámica muy característica, de recipientes fabricados a mano, de formas globulares, sobre los que la decoración está realizada con la concha de un molusco denominado cardium edule o berberecho, por lo que pasó a denominarse cerámica cardial, y por extensión a hablar del Neolítico cardial desde finales del VI milenio a.C.
La expansión agrícola fue acompañada de un proceso de asimilación, con lo que ello implicaría la incorporación de mujeres como esposas a los grupos agrícolas en expansión, creando un modelo de neolitización mixto, en el que intervienen elementos foráneos y autóctonos. Este modelo de interpretación supone que los primeros establecmientos neolíticos fueron costeros, ofreciendo el denominado modelo de colonización marítima.
Las regiones mediterráneas de la península son las que mejor pueden documentar la presencia de estos neolíticos, es, lógicamente, la franja costera mediterráneam, desde Cataluña hasta Andalucía y Portugal meridional. Hay indicios que parecen apuntar que la neolitización de las comunidades epipaleolíticas en el Levante fue muy rápida. El arte neolítico de esta región es la mejor prueba de ello, ya que representa a individuos practicando la caza, o sea, cazadores-recolectores, pero luciendo elementos propios del Neolítico, como brazaletes.
Pero los yacimientos mejor conocidos se ubican en las sierras costeras interiores. En las restantes áreas peninsulares las transformaciones culturales fueron más tardías y con particularidades diferentes y se incorporaron a la economía neolítica con mayor lentitud, dependiendo de las posibilidades de contacto que tuvieran con las regiones litorales, donde se asentaron los colonos neolíticos. También llegarán a zonas donde no había sustrato epipaleolítico alguno, como ocurrió por ejemplo en Huesca.
El modelo de hábitat más extendido en en el Neolítico peninsular es el de la ocupación de cuevas, no obstante, no faltan poblados al aire libre, que demuestra la generalización del poblamiento en diversos tipos de ocupaciones.

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