martes, 15 de junio de 2010

Sumeria

Hacia el año 4000 la Baja Mesopotamia no pudo resistir por más tiempo la presión de los pastores, que invadieron desde la región desde los montes Zagros y se asentaron en ella, sumiéndola en una profunda crisis.

Con la invasión del 4000 la Baja Mesopotamia pasó por varios siglos de desorden y decadencia, pero los invadores terminaron por asimilar la cultura de la región que habían conquistado y se esforzaron por alcanzar el nivel de vida anterior. Surgió así una nueva civilización, conocida como Sumer. Los sumerios dominaron la Baja Mesopotamia durante todo el cuarto milenio y se vieron obligados a defenderla de las incursiones de los pueblos vecinos, que la hostigaban como ellos la habían hostigado durante el milenio anterior.
Naturalmente, los sumerios trajeron consigo sus propios dioses, que pronto se combinaron con los de los pueblos conquistados. El panteón resultante tenía tres dioses destacados: Anu era el dios del cielo, y tenía su santuario más importante en la ciudad de Uruk, Enlil era el dios de la tierra y su santuario principal estaba en Nippur, mientras que Ea era el dios de los ríos y era especialmente adorado en Eridu. Probablemente los dos últimos eran dioses previos a la invasión, pues la tierra y los ríos son preocupaciones típicas de los agricultores, mientras que Anu sería el dios principal que trajeron los sumerios, un dios de pastores. Por supuesto, cada ciudad adoraba también a otros dioses menores.

Como cabía imaginar, el dios más importante resultó ser Anu. Esto queda reflejado en el mito de la creación: al principio de los tiempos, el mundo era un caos dominado por Tiamat, diosa del mar (el mar era signo de caos y destrucción para un pueblo que no tenía ningún conocimiento de navegación). Fue Anu quien la derrotó y con su cuerpo creo el Universo. Esta victoria era la que le otorgaba la preeminencia sobre los otros dioses.

El período de Uruk es un período arqueológico de la historia de Mesopotamia comprendido entre el 3800 a. C. y el 3200 a. C., en el último milenio del Calcolítico en la región. Algunos autores incluyen como una etapa final de este período al siguiente, el Yemdet Nasr.

Las principales características de este período son la aparición del sello cilíndrico, lo monumental de su arquitectura, los rasgos de su cerámica y la aparición de la escritura. Otros avances fueron la invención de la rueda y su primera aplicación fuera del transporte, el torno de alfarero. Al final del período se empezó a utilizar el bronce, producido a base de cobre y arsénico o estaño.

La forma habitual que tienen los pastores de contentar a sus dioses celestes es quemar animales sacrificados, haciéndoles llegar así el agradable humo perfumado. Tal vez los sumerios sintieron que al mudarse de las montañas al valle se habían alejado de sus dioses, por lo que solían escoger lugares elevados para hacer sus sacrificios y erigir sus templos. No obstante, las principales capitales sumerias estaban en lugares bajos, de modo que se originó la costumbre de crear grandes plataformas elevadas sobre las cuales realizar los sacrificios, para que éstos pudieran ser mejor contemplados por los dioses. Con el tiempo se fueron cunstruyendo plataformas menores sobre otras mayores y así en el último cuarto del milenio los sumerios llegaron a construir imponentes pirámides escalonadas llamadas Zigurats. Hoy en día no se conserva ninguno íntegro debido a que estaban hechos de ladrillos de barro. La religión sumeria fue sofísticándose en concordancia con su nueva cultura agrícola, pero nunca perdió su orientación hacia el cielo. Los sacerdotes sumerios se convirtieron en los primeros astrónomos.

Desde los Zigurats observaban las estrellas y las llegaron a conocer bien. Descubrieron cómo el Sol se desplaza durante el año por la banda del zodíaco. Fueron ellos quienes dividieron esta banda en doce partes y crearon mitos alrededor de cada signo zodiacal. Uno de los primeros zigurats es el templo de Eridu.

En torno a este templo de un dios desconocido se creó una floreciente cultura. En él se han localizado diecisiete estratos de otros tantos templos superpuestos y sepultados luego por una torre escalonada levantada por el rey neosumerio Amar Sin (2046-2038).

Ya en los niveles más bajos del yacimiento (V milenio a. C.) se encontraron restos de una pequeña capilla de adobe sobre la cual, en el mismo emplazamiento, se fueron construyendo edificaciones cada vez mayores según pasaban los siglos. Según la práctica habitual sumeria, para construir un nuevo templo se rellenaba el anterior de arena y se elevaba el terreno hasta que quedase completamente cubierto; el nuevo se edificaba sobre el montículo formado. La denominación de "templos" de estas primeras construcciones es controvertida, ya que es discutible que su uso fuese exclusivamente religioso; si bien el procedimiento "ritual" de sustitución de una capilla por otra parece indicar un carácter sagrado. En el nivel VI (3800 a. C., finales del período Obeid) el edificio ya adquiere proporciones monumentales. Las excavaciones parecen demostrar que el templo de este nivel fue el último que se construyó, llegando a estar en un importante estado de ruina sin que fuese reconstruido.

En esta época tenemos ejemplos de arte o la Dama de Warka es una escultura datada del año 3300 a. C., fue esculpida en época de la civilización sumeria, que se considera la primera y mas antigua civilización de la historia, que se extendió por el sur de Mesopotamia, en la zona de los ríos Tigris y Eufrates, (actual Irak) concretamente forma parte del período de Uruk, un período arqueológico de la historia de Mesopotamia comprendido entre el 3800 a. C. y el 3200 a. C., en el último milenio del Calcolítico en la región mesopotámica.

La máxima belleza formal de las placas se alcanzó a finales del Dinástico Arcaico III con los ejemplares pertenecientes a la I Dinastía de Lagash. De su fundador, Ur-nanshe (2494-2465) nos han llegado cuatro placas que lo presentan como constructor de templos. De ellas destaca la tan divulgada del Museo del Louvre (47 por 58 cm), de caliza, cuya superficie aparece dividida en dos registros: en el superior se ve al rey de pie portando el cesto de ladrillos en su cabeza, y en la inferior, sedente, libando con un vaso en la mano. En ambas representaciones, y a menor tamaño, aparece su copero. Asimismo, ante el rey se hallan sus hijos, entre ellos Akurgal, el heredero del trono. De la placa de Enannatum I (2424-2405) únicamente nos ha llegado un pequeño fragmento, el que recoge el retrato de tal "lugal" representado de perfil y con las manos juntas, con barba y cabellos rapados, torso desnudo y vestido con el típico "kaunakes". Igualmente, de Dudu, un importante sacerdote lagashita, se posee otra pequeña placa votiva (25 cm; Museo del Louvre), en la que aparece junto al emblema del dios Ningirsu y el Imdugud sobre dos leones.

Un ejemplo de ornamentación ceremonial es el vaso de Warka, hallado en el complejo religioso del Eanna de Uruk (nivel IIIa-II), constituye una de las grandes obras del relieve sumerio. De estructura cilíndrica, presenta en sus cuatro fajas decoradas y en relieve muy plano una procesión alusiva a una de las ceremonias del año nuevo: la ofrenda de las primicias agrícola-ganaderas a la diosa Inanna, que aparece en la faja superior rodeada de sus símbolos sagrados.

Hacia el 2400 en Sumer destacó Eannatum, rey de la ciudad de Lagash, que al parecer derrotó a los ejércitos unidos de Uruk y de Ur. Como conmemoración de sus victorias, Eannatum erigió una serie de columnas de piedra o estelas con inscripciones e imágenes. La más famosa es la Estela de los buitres, en la que se ve una formación de soldados con cascos y lanzas avanzando sobre los cadáveres de los enemigos devorados por perros y buitres. Según las inscripciones, el ejército vencido era el de la ciudad de Umma, que provocó la guerra al quitar ciertas piedras que marcaban las fronteras. Naturalmente, no conocemos la versión de los vencidos. Lagash conservó su preeminencia durante algo más de un siglo. Llegó a dominar un territorio de unos 4.500 kilómetros cuadrados. Su último rey fue Urukagina, que ascendió al trono alrededor del año 2350.

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