jueves, 13 de septiembre de 2012

Tendencias historiográficas actuales I



TEMA 1: EPISTEMOLOGÍA Y PROBLEMAS DEL CONOCIMIENTO HISTÓRICO.

Va a abordarse el temario desde un punto de vista atemporal o filosófico y con un alto contenido especulativo.

-         Concepto de historia:

a)      Diccionario María Moliner: conjunto de todos los hechos ocurridos en tiempos pasados.
b)      Diccionario RAE:

-         narración y exposición verdadera de los acontecimientos pasados y cosas memorables. Relación de sucesos, hechos o manifestaciones de la actividad humana.
-         Conjunto de sucesos referidos por los historiadores.

c)      Diccionario de Manuel Seco.

-         historia es sucesión de los acontecimientos pasados de la humanidad.
-         Cosas notables o curiosas del pasado dignas de ser contadas.
-         Ciencia que estudia y relata la evolución o sucesión de los acontecimientos pasados.
-         Narración ordenada de los acontecimientos pasados de la humanidad.
-         Narración, relato, sea real o ficticio.
-         Suceso verídico frente a narración legendaria.
-         Cualquier asunto o cuestión.

Acudiendo a los historiadores hay tantas definiciones como tendencias historiográficas, algunas de ellas incompatibles.

-         Prof. Fontana: la historia es una ciencia para conocer el pasado, comprender el presente y transformar el futuro.
-         Escuela de los Anales (Bloch): la historia es el conocimiento del hombre en sociedad a lo largo del tiempo.

Por un lado, la historia ha podido contemplarse en un sentido amplio, extenso como el conjunto de los hechos, de las cosas humanas que han ocurrido en el pasado. Otros defienden una posición restrictiva; para ellos la historia sólo se ocuparía de algunas cosas que ha ocurrido. Luego la historia es una construcción intelectual porque es capaz de discernir y conlleva una selección que incluya cosas verdaderas (que pueden ser comprobadas; excluye lo legendario y lo no demostrado) y memorables (dignas de ser recordadas). Todo esto implica adoptar criterios para la selección: veracidad y ser memorables serían criterios consensuados.
Dicha operación intelectual también implica ordenación, por lo menos cronológica. La ordenación también debe ser jerárquica en función de su importancia y trascendencia. Por último también conlleva narración, plasmada de una forma literaria.
Este acto lo realiza un historiador y por lo tanto entra un factor de subjetividad. Lo hace comunicando los hechos de una forma comprensible.
La historia, simplificando, sería un concepto semánticamente ambivalente:
-         historia entendida como los hechos acaecidos en un tiempo pasado.
-         Historia entendida como reconstrucción, interpretación y exposición de esos hechos.

En el primer caso, para algunos autores, serían la materia de la que se compone la historia. La historia es lo segundo, el proceso de conocimiento y acceso a ese pasado. Es por lo tanto un proceso intelectual, epistemológico que cuando llega el historiador, decide cómo es ese pasado sin reconstruirlo o recrearlo. De las formas que ha ido adoptando el proceso intelectual de reconstruir el pasado es de lo que se ocupa la historiografía.

-         Finalidad y utilidad de la historia.

Tiene una finalidad esencial, conocer el pasado para comprenderlo y de esa forma comprender el presente y poder actuar sobre el futuro. Conocer es un proceso previo a la utilidad que le demos a ese conocimiento. El historiador sabe que conocer el pasado tiene una utilidad social. Pero conocer el pasado no es algo simple sino que conlleva una complejidad porque los mecanismos, métodos y reglas del conocimiento han variado mucho con el tiempo. Por eso ese conocimiento no tiene porque serlo para otra generación.
El carácter científico de la historia es objeto de debate.
El pasado lo conocemos por las huellas que ha dejado y a través de ellos construye el objeto de estudio, de modo que ni el conocimiento es del todo científico ni el pasado puede ser del todo conocido. Esto supone una contradicción con la definición de historia.
“Comprender” el pasado ha estado sujeto a muchas modificaciones. Trataba de comprenderse porque no se podía reconstruir para discernir mejor el bien del mal. También desde el punto de vista político (buscar lecciones morales en el pasado) para legitimar posiciones políticas, sociales o ideológicas.
“Actuar” sobre el futuro es buscarle una utilidad social. Por un lado el conocimiento histórico (con sus limitaciones) puede ser indispensable para la comprensión, explicación y el tratamiento práctico de fenómenos singulares del presente porque le conocimiento histórico trata de descubrir las causas remotas y el desarrollo de estas causas. También la historia puede suministrar categorías y modelos teóricos y conceptuales que pueden ser útiles para una mejor orientación de grupos sociales o individuos en el presente social y en el presente político. La historia proporciona una reserva de conocimientos, nociones, experiencias, etc, que, sin ser un recetario de aplicación obligada, sí sirve de instrumento de análisis para afrontar los problemas.

El recuerdo histórico del pasado puede ser importante a la hora de legitimar determinadas posiciones sociales y políticas de cualquier tipo ya sean de carácter estabilizador o revolucionario.

La historia tiene por objeto mostrar el presente como consecuencia del pasado luego incide en el cambio, no en la permanencia. Por eso puede contribuir como ciencia social a generar actitudes sociales y políticas saludables que aceptan la realidad no como algo necesario, inevitable o excluyente sino como la consecuencia de un determinado devenir. Contribuye a eliminar la idea de determinismo.
La historia ha de prestar atención a estos movimientos que han quedado aparcados en una sucesión lineal de los acontecimientos.
En la medida que la historia se ocupa de lo particular y en la medida en que lo hace, contribuye a educar para el pensamiento concreto y de esa forma solventar los problemas presentes. La historia puede contrarrestar una inclinación a comprender la realidad bajo principios de totalidad y generalidad. También podemos admitir como función social de la historia como objeto de ocupación y de ocio por su capacidad de proporcionar placer.

-         El historiador y el objeto de la historia.

El objeto no puede ser la reconstrucción íntegra del pasado. Tampoco puede considerarse que el pasado sea una realidad objetiva, que sea independiente del proceso de conocimiento de ese pasado. El pasado no existe hasta que no se ocupa de él el historiador, de modo que los hechos del pasado hablan por sí mismos. Es la decisión del historiador lo que crea el hecho histórico. Esta cuestión plantea, pues, la imposibilidad de escapar al subjetivismo que es inherente al conocimiento histórico, entendido no como parcialidad sino como consecuencia de la imposibilidad del historiador de operar en el vacío, en un ambiente determinado.
Otro elemento es que realmente la única realidad histórica sería el discurso o la narración, el pasado como construcción de nuestra mente.
El historiador no puede evitar la doble dirección de la relación. Hay interrelación mutua entre el historiador y los hechos del pasado y su visión también influye en cuáles son los hechos memorables.
La historia se ocupa de la dinámica de las sociedades humanas en el tiempo, este sería su objeto más consensuado.

-         La historia como ciencia.
                                           
La actividad intelectual del historiador es racional ya que opera con arreglo a un método con el uso de la razón. Además debe tratar también de colocarse en la mente de los hombres del pasado. Debe evitar el mal del “presentismo” con los juicios de valores del presente, enfocar el análisis. Por lo tanto se deben conocer los sistemas de valores de cada época; evitar el presentismo es evitar el eurocentrismo sin embargo debe evitarse también una compenetración excesiva con esos valores, mantener un distanciamiento intelectual, no pudiendo compartir esos valores pasados.
El método del historiador debe tener en cuenta todas estas cuestiones. Método racional y que se puede considerar científico.

El concepto de ciencia tiene variaciones en cada momento y es un concepto heredado de la época de la revolución científica y que se basaba en que, a partir de la experiencia y de casos particulares y su inducción, elaborar las leyes generales. Debía además ser capaz de predecir; posibilita la experimentación y reproducción de las condiciones y las relaciones entre las cosas, siendo esencial la predicción.
Hoy en día el concepto es más flexible. Se sustituye la certeza de la predicción por la posibilidad de que se produzca tal cosa. El concepto de ciencia tiene más que ver con la probabilidad que con la certeza. Además, las cosas tienden a ocurrir regularmente de un modo, no ocurren necesariamente.
Otro aspecto es el conjunto de reglas de carácter general que comparten los profesionales de una disciplina y que utilizan como estrategias para alcanzar los objetivos del conocimiento que se proponen.
Hay dos tipos de ciencia que observan los teóricos:

-         monotéticas: explican las leyes que rigen el funcionamiento de las cosas que nos rodean. Físicos naturales, etc.
-         Ideográficas: se ocupan de comprender los fenómenos singulares o irrepetibles que afectan al hombre o están protagonizados por él. Son la Historia, Economía, Derecho, etc.

Hay, sin embargo, argumentos en contra del carácter científico de la ciencia:

-         no existe un acuerdo compartido acerca de los principios que rigen el comportamiento humano. No hay acuerdo en cuáles son los criterios de comportamiento que será por lo tanto impredecible. La Historia es comportamiento humano, de modo que una disciplina que se ocupe de esto no puede ser una ciencia.

-         no existe un método común y universal de investigación de los hechos del pasado y de validación de los conocimientos adquiridos por los historiadores.

-         Imposibilidad de la objetividad del historiador luego la Historia tampoco puede serlo y por tanto no es ciencia.

-         La Historia no es más que un discurso que elabora un historiador y eso es lo único comprobable. El discurso utiliza lenguajes, categorías analíticas, tendencias historiográficas, discursos, etc, que no son aceptados por la totalidad de los profesionales que se dedican a la Historia.

-         La Historia no puede predecir el futuro y por ello hay que desconfiar ya que ese análisis no serviría para aplicarlo a otros casos.

-         En la Historia a veces ha sido protagonista, al azar, lo contingente, lo imprevisto, luego la Historia a veces no se ocupa de lo necesario sino de lo contingente y por ello no puede ser ciencia.

También hay argumentos a favor de considerar la Historia como ciencia:

-         acudiendo al método crítico que emplea la Historia y que consiste en una serie de reglas procedentes de aplicar la metodología racional y crítica, que parte de una hipótesis, que recoge datos sometidos a la crítica para confirmar su veracidad, se propone una interpretación y se elaboran conclusiones.

-         la Historia se basa en la razón y en la experiencia que supone el quehacer de los historiadores a lo largo del tiempo y que aporta forma de verificar datos y afirmaciones que deben estar documentadas.

-         Este método incluye también la posibilidad de elaborar modelos teóricos capaces, no de establecer leyes, pero sí de explicar las relaciones entre los hechos y de ser contrastados para que sean formas de análisis de casos similares. El historiador capta posibles irregularidades en la evolución histórica donde también interviene el azar.

-         El conocimiento histórico debe ser capaz de discernir verdades y lo que no lo son a pesar de que éstas a veces son relativas, a partir de criterios racionales basados en el método crítico. Aunque no puede ser del todo objetivo debe intentar alcanzar la objetividad aunque nunca lo vaya a conseguir.

-         En el gremio de historiadores sí es posible alcanzar acuerdos acerca del valor de la producción historiográfica para validar lo que es científico y lo que no. En definitiva lo que importa es el rigor.

- La historia y las ciencias sociales.

La Historia comparte con otras disciplinas o ciencias que también tratan del hombre el interés por el hombre, el interés por explicar su comportamiento. Pero se diferencia de todas las demás ciencias sociales en que tiene peculiaridades o connotaciones. En ese intento de explicación del comportamiento humano el historiador tiene que atender a todas las facetas de ese comportamiento y además con un criterio integrador. El método científico debe rechazar cualquier tipo de reduccionismo entendido como la formulación de generalizaciones universales a partir de una serie de variables entre las que hay una jerarquía, la última de las cuales, que es una variable independiente, pueda ser conocida.
Las predicciones del historiador no pueden ser entonces precisas. El historiador debe intentar tratar los hechos como una red, debe percibir su estudio como una red en la que todo está interconectado y con una relación mutua y multidireccional. Debe tenerse en cuenta que en esa relación debe haber una jerarquización. Todos los hechos no son igual de importantes y esa red no es por lo tanto homogénea.
El historiador no debe prescindir de la teoría para tejer esa red. No puede ignorar las generalizaciones porque se esté explicando algo concreto. La relación del historiador con la generalización es diferente con respecto a otras ciencias sociales. El historiador debe tratar de insertar la generalización dentro de la narración de hechos concretos y no al contrario.
El historiador no debe tratar de confirmar una hipótesis de partida subordinando a su confirmación la narración. En realidad su conocimiento opera de algún modo a la forma en que lo hace un geólogo porque conoce el resultado final reconstruyendo el proceso a través de los indicios. Tiene que explicar la dinámica de las cosas a diferencia de otras ciencias sociales.
El historiador se ocupa de algo que ya no existe, que ya pertenece a la imaginación y no se puede observar directamente, lo que la limita. El horizonte de la Historia es la totalidad del comportamiento humano pero sin posibilidad de observar la realidad. El historiador debe ser consciente de la imposibilidad de alcanzar ese horizonte y todo tipo de indicación histórica sería parcial en parte porque no se pueden dominar todas las técnicas y métodos de investigación que han desarrollado las diferentes ciencias sociales y porque el objeto de la Historia es disperso y con muchas vertientes, algunas de ellas sin posibilidad de acceso.
Debe tenderse, sin embargo, a la totalidad y a la integración para lo que hay que desarrollar interdisciplinariedad o capacidad para relacionarse con otras disciplinas aplicando los métodos de análisis. También debe tender a superar cualquier explicación monocausal de la cual dependan las demás. Debe aspirar a conocer de la sociedad o de los hechos mucho más que los propios protagonistas. Esto puede conseguirse por dos razones: porque maneja más datos y sabe qué ocurrió después y por la distancia del observador.
Cuando se trata de elaborar esa visión integradora trata de ofrecer ese cuadro donde se sintetizan los principales elementos de análisis, no puede ser por acumulación o suma sin más de aspectos de todo tipo. Lo que importa es el Todo. Lo importante es la interrelación, no la acumulación.

-         La historiografía.

Cuando la Historia trata de reflejar el pasado lo ha hecho desde sus preocupaciones, intereses y condicionantes de todo tipo. Cada época mira el pasado en función de lo que preocupa e interesa en esa época.
El historiador no se relaciona directamente con el objeto de su estudio sino mediatizado por elaboraciones de ese pasado que han hecho otros colegas.
La historiografía se define como conjunto de escritos, discursos y publicaciones que la tradición investigadora ha ido reuniendo sobre diferentes temas a lo largo del tiempo. Se ocupa de la actividad de los historiadores a lo largo del tiempo.
Es necesario acudir a ella para evitar errores que se han cometido en el pasado y aprovechar la investigación previa, mejorar datos e incluir nuevos enfoques y perspectivas y porque nos permite introducirnos en la mente de los hombres del pasado. Por esto la historiografía es también una fuente.
También tiene peligros acudir a la historiografía porque puede condicionarnos la perspectiva histórica en la medida que nos contaminamos de conceptos, elaboraciones teóricas o doctrinales, métodos, etc, que no siempre han sido correctos. Se corre el riesgo de acumular tantos datos que nos perdamos en temas triviales.























TEMA 2: PLANTEAMIENTOS DE LA HISTORIA GRECOLATINA.

-         Origen de los relatos históricos.

Podemos suponer que el origen del relato histórico se remonta incluso a sociedades que no conocían la escritura. Donde hubiera sociedades humanas organizadas habría conciencia histórica y necesidad de relatar el pasado, sin embargo, esos relatos se transmitirían de forma oral de generación en generación. La conciencia del pasado comunitario debía ser inevitable, lógica y consustancial al hecho de la existencia de instituciones, intrínseca a valores e ideas, ceremonias y formas de relacionarse con otras sociedades.
Los grupos humanos han tenido una necesidad de tener una conciencia con una función de carácter social, como medio de identificación y orientación de la comunidad. También porque los grupos humanos tienen la necesidad de explicar sus orígenes, legitimar su existencia, lo que consigue elaborando genealogías que los vinculan con el pasado o catálogos de predecesores de los que se consideran herederos. Son formas de vincularse con antepasados remotos que eran los fundadores de esa sociedad en una época en que la realidad se confunde y funde con la ficción, cuando viven los héroes de los que proceden y que incluso pueden descender de dioses.
El pasado también responde a la necesidad de justificar y transmitir lo que cada sociedad considera importante para su estabilidad, lo que le otorga una función social y didáctica. Del pasado proceden las técnicas que conocen, la sabiduría, las tradiciones que permiten la reproducción de la sociedad, la supervivencia del grupo.
Para esta conciencia temporal es posible distinguir entre las épocas más remotas, más distantes y un pasado más reciente. El pasado remoto se refiere al origen mítico de la sociedad. El pasado reciente es más cercano, es un tiempo con otra lógica, más vinculado al presente. Es el tiempo que han conocido los mayores y aun podrían quedar testigos.
En los orígenes siempre está el mito, la tradición, etapa en la que se mezcla lo real y lo fantástico. No trata de aproximaciones a la verdad histórica pero tiene otra función. Tiene una función de conservación de las estructuras vigentes, legitimadora, justificadora y explicativa. Al pensamiento mítico no se le puede exigir racionalidad ya que no es esa su finalidad. No hay investigación histórica y no importa la falsedad porque no se puede demostrar.
Con la aparición de la escritura esto cambia porque se puede superar la fragilidad de la memoria individual o colectiva que ahora se fija por escrito. Permite transmitir a generaciones sucesivas la memoria en otras condiciones. Será más factible la aparición de la narración histórica para narrar acontecimientos del pasado.
Habría que fijar su aparición en Egipto o Mesopotamia. En Egipto ya hay pruebas de una conciencia histórica aún similar al mito pero que revela una actitud que preludia el campo de la historia. Destaca la estela de Palermo (IV dinastía, 2350 a.C.) donde se recoge una lista de reyes egipcios con su nombre y sucesos acaecidos en sus reinados. La finalidad, probablemente era doble: dejar constancia de la gran antigüedad de la monarquía egipcia y legitimar su poder basado en dicha antigüedad. También tuvo una función más pragmática de carácter administrativo en la medida que podía utilizarse como sistema de datación.
En Egipto también hay otras manifestaciones: inscripciones donde se registran campañas y éxitos militares de los faraones que fueron memorables o también otros acontecimientos como las inundaciones del Nilo o sus particularidades.
Lo mismo se puede decir de las culturas mesopotámicas en cuyos escritos hay mezcla de sucesos religiosos o mitológicos ligados a otros de carácter dinástico. Hay listas de reyes con una función dual: legitimadora y explicativa. Destacan las Crónicas de Babilonia, del siglo VIII a.C., en las que se narran sucesos políticos y religiosos con un orden cronológico. Son narraciones que revelan cierta objetividad y donde los hechos no religiosos también se tratan con una cierta autonomía de la acción divina. Pudieron obedecer a un encargo real para elaborar hazañas militares. También en estas crónicas aparecen otros motivos como la construcción de obras públicas, que también tenían una función legitimadora para la grandeza del poder real. También hay otras inscripciones en templos y palacios de estas culturas.

En la cultura hebrea destaca el Antiguo Testamento, del que una parte se considera hecho histórico y contiene un relato de los orígenes del mundo y una recopilación de las tradiciones del pueblo judío. La preocupación por el pasado en el pueblo judío es casi un precepto de la religión hebrea. El Antiguo Testamento recoge acontecimientos, tradiciones, mitologías relativas también al pueblo egipcio y a las civilizaciones mesopotámicas. Aparecen elementos comunes a muchos cultos de la antigüedad y recurrentes como la Creación, el Diluvio o la conciencia del pecado. La concepción del tiempo que se tiene en el Pentateuco es lineal, aspecto no tan claro en otras culturas del Próximo Oriente. La historia tiene así un principio y un final. Vinculado al origen aparece el desarrollo del pueblo hebreo como el elegido.
La historia de la humanidad en el Antiguo Testamento es una revelación gradual del plan divino lo que implica una concepción teológica o de historia dirigida por Dios. La historia así se desarrolla como un continuo donde se pueden fechar los acontecimientos, obsesión del cristianismo durante el comienzo de la Edad Media. El Antiguo Testamento también establece una relación entre el poder y la historia. Los gobernantes representan e interpretan la voluntad divina. No cabe autonomía con respecto al elemento divino. No por esto toda la información debe ser ignorada ya que hay hechos que sí han podido ser comprobados.

El comienzo de la historia habría que buscarlo sin embargo en la Grecia clásica entendida como un relato sujeto a pautas racionales, como una actividad que busca desligarse del mito, como un intento sistemático de construir un relato racional que de algún modo puede verificarse. Sin embargo, en Grecia también hubo un período con características similares a las de las culturas antes mencionadas y en el que predominó el mito. El mito es un relato tradicional que refiere la actuación memorable y ejemplar de unos personajes extraordinarios en un tiempo prestigioso y lejano. En Grecia el mito tiene una función muy clara: haría inteligible el pasado, trataría de dotar a ese pasado de un sentido y para ello selecciona hechos, no hace un inventario, y concentra ese pasado sólo en algunos fragmentos. El mito ha de tener permanencia y un relieve universal. También se concibe como el gran maestro de todo lo concerniente al espíritu: moralidad, buenas costumbres, conducta, etc. y proporciona información sobre la sociedad, civilización o raza de la que se trate (organización política, sociedad, etc.). Los hechos que recoge el mito pertenecen a un pasado incierto y aislado, no mensurable. El mito no presupone la idea de un tiempo lineal. No hay que buscar ese hilo que nos lleve a tiempos remotos. La cronología no es mensurable, no hay fechas que deban recordarse e incluso se habla de personajes por los que no pasa el tiempo. Se transmite de forma oral para ponerse por escrito más tarde. Esto también implica una recreación de esos conocimientos, es decir, el mito se recrea con la transmisión transfiriéndose porque se trata de responder en diferentes sociedades a necesidades que varían. De esta forma el mito incorpora elementos de otras tradiciones y se va creando una “versión oficial” o “autorizada” de mito, que es la aceptada, ha de transmitirse tras fijarse en la memoria y se adapta a las necesidades de los grupos dominantes de las sociedades. Sirve así para acrecentar el prestigio de unas elites y legitima estructuras. Lo que importa para el mito es que sea aceptado por la comunidad y que proporcione respuestas.

Los grandes historiadores griegos no se desprenden del todo del mito. Cuando empiezan a escribir historia lo hacen, en cierto modo, para diferenciarse de los “bárbaros” autoaplicándose la denominación de “civilizados”. Esto les llevó a contraponer ambos modelos lo que va paralelo al desarrollo de la ciudad como marco político y por ello no debe inferirse una vocación nacionalista griega. Vinculado a este aspecto también destaca cierta curiosidad por los bárbaros, a los que intentan descubrir para entender lo que ellos consideran exótico. También se ha mencionado el interés de las familias nobles y sacerdotales que buscan legitimar, mediante la reelaboración del pasado, su hegemonía en las poleis. Todo se produce en un contexto de explosión cultural y de conciencia cívica que tiene su reflejo en las poleis.
Hay autores que vinculan la consistencia del relato histórico con la creación de una nueva conciencia política que se generaba en algunas poleis tras una ruptura del equilibrio tradicional provocado por la sustitución de unas elites por otras de carácter comercial. Esto creaba una nueva conciencia que reclamaba estudiar el pasado con mayor racionalidad. También se ha relacionado con cambios religiosos vinculados a la influencia de las religiones orientales.
A partir de los siglos VII-VI a.C. se contempla el pasado de forma que se anuncia el relato histórico bastante desligado de la mitología. El grupo que inicia esta tradición es el de los logógrafos, grupo de escritores anteriores pero ya cercanos a Heródoto, que narran sucesos pasados y en los cuales apartan, sin conseguirlo, el recurso final a los mitos. Destaca Hecateo de Mileto (s.VI a.C.) que también describe territorios lejanos y relatos que trata de efectuar de acuerdo con el sentido común. Se conocen sobre 30 nombres de logógrafos aunque no sus obras.

-         Heródoto (485-425 a.C.): considerado como el padre de la historia. Como explicación o narración su obra queda reflejada en los 9 libros de la historia que trata sobre las Guerras Médicas, entre griegos y persas. Supera a los logógrafos pero aún no se despoja del mito. Todavía hay presencia de la intervención divina y aparecen hechos sobrenaturales pero predominan las explicaciones racionales o humanas. En su visión del pasado hay determinismo ligado al capricho de los dioses, a su voluntad. El curso de la historia también estaba ligado a esta voluntad. Hay un interés mayor por la cronología, por datar y proponer fechas.
Los sistemas de datación son distintos a los actuales y hay referencias a las Olimpiadas. Heródoto persigue este interés cronológico en un tiempo reciente. Al ocuparse de los tiempos remotos desaparece el interés de datar esos hechos y recurre a los mitos griegos. Distingue entre tiempo mítico y tiempo de los hombres y es éste el que quiere datar. Al relato le interesa también las causas de los acontecimientos (cómo y por qué) o la historia explicativa. No se contempla como una colección de acontecimientos sino que se trata de entrelazar esos hechos. Introduce la racionalidad y la explicación lógica con las pruebas de las que disponga. También usa el criterio de veracidad, descartando los hechos que son falsos. Procura diversificar las fuentes de información y no conformarse con la primera noticia, es decir, coteja con otras fuentes complementarias. Su obra se recrea en detalles o anécdotas, algunos demasiado concretos. Será muy conocido, sobre todo por sus intervenciones orales explicando aspectos de Grecia. Esto explica que no pudiese despejarse con facilidad del mito, algo agradable al oído del público. Presta bastante atención a lo accidental, a lo subjetivo del comportamiento humano, los deseos. También atiende a las costumbres de los pueblos, de las civilizaciones, instituciones y regímenes políticos. Heródoto no olvida a los bárbaros, a los extranjeros. Describe otras tierras, otros lugares refiriéndose a elementos geográficos de otras zonas.

“El objeto de la historia es describir los hechos pasados para no olvidarlos, sus causas y valorar el pasado. Si escribe el pasado es para que el tiempo no borre las acciones humanas realizadas por los griegos y los bárbaros”. Esta puede ser la intención de una historia universal.

Sus fuentes de información las valora, prefiriendo la observación directa que tiene sus límites. En segundo lugar, la narración de los testigos presenciales. Acude a documentos. Están los de los poetas y los logógrafos, pero no puede creerse todo lo escrito allí. Pudo manejar registros escritos generados por las instituciones.

-         Tucídides (460-395 a.C.): es de una generación posterior a Heródoto, al que conoció y criticó, considerándole un logógrafo. No le desprecia, pero se cree superior a él porque piensa que su historia es mucho más racional y científica. Su obra es “Guerras del Peloponeso”. Tiene una conciencia de centrarse en el tiempo de los hombres y desentenderse del tiempo remoto o de los mitos. No los niega, simplemente no le interesa. Su preocupación es investigar las causas de los acontecimientos del pasado y si es reciente mejor. Distingue dos tipos de causas:

a)      superficiales o agravios: se manifiestan de forma evidente cuando tratamos de entender lo que ocurre. Pueden ser lejanas en el tiempo y no inmediatas.
b)      Razones profundas: las ocultas. Pero no buscarlas en el encadenamiento de unos hechos hacia atrás. Es lo que más le interesa. Son las razones que hay en la naturaleza de las ciudades, de los pueblos, de las sociedades o aquellas que no muestran fácilmente.

Otro elemento es la voluntad clara de contrastar sus informaciones. Con mayor espíritu crítico no se conforma con las primeras informaciones que recibe y selecciona aquéllas más lógicas y acordes con el sentido común. Busca un acercamiento a la veracidad.
Tiene interés por la historia contemporánea, ese tiempo más reciente porque el lejano ofrece pocas garantías de certidumbre y porque los hechos más recientes permiten entender mejor lo sucedido en el presente. La explicación de este pasado inmediato trata de conocer los principios o criterios por los que se rigen sociedades, estados o sistemas políticos.
También hay reflexiones de carácter moral, guerra o paz. Otro rasgo nuevo es la atribución a los personajes históricos de reflexiones, pensamientos o argumentos. Así deduce que es la mejor forma de entenderlos, aún siendo pensamientos de Tucídides, con lo que inaugura una nueva forma o método.

En Grecia ocurre un declinar de la Historia en los siglos IV y III a.C. No fue por falta de historiadores sino por el nivel científico y la categoría analítica de esos escritores. Se conocen cerca de 100 nombres de eruditos que escribieron acerca de la Historia, de los que algunos gozan de reputación, sin embargo aportan poco a la disciplina aunque sí datos. Sucede una paulatina desaparición de la idea de ciudad griega, lo que hace retroceder la idea de historicidad como reflejo de la crisis del ideal de la polis griega. También se propone que en esta época el panorama intelectual está dominado por otras ramas del conocimiento como la filosofía, la política, la ética, la elocuencia y la retórica, disciplinas que son aceptadas y sobrepasan el protagonismo hasta entonces de la Historia. Ésta se consideraba como una rama del conocimiento que abordaba hechos concretos, luego el discurso histórico era una sucesión de actos humanos contingentes o intrascendentes. Se le daba pues un sentido despectivo y se tendía a hacer hincapié en valores más universales, eternos e inmutables, más propios de la metafísica, de modo que las reflexiones sobre lo humano es lo que proporcionaba saber de carácter general. De este modo, para extraer consecuencias generalizadoras, se acude sobre todo a la política más que a la historia, que alcanza una gran significación con Platón y Aristóteles. La Historia se asocia a lo particular y anecdótico relacionándola con la poesía, se hace retórica y vuelve a llenarse de fábulas y leyendas con personajes maravillosos y retrocediendo con respecto a la época de Tucídides. La Historia aparece lastrada por una concepción filosófica según la cual sólo proporciona un conocimiento marginal porque no llega a conocer la esencia de las cosas. Los historiadores se dejan seducir por la tentación retórica, interés por el arte oratorio y se confunden con los oradores (hay incluso concursos). El pasado se veía como un almacén de conocimientos y hechos concretos a los que se acude para alcanzar la brillantez. Proporciona cultura general que debían conocer los buenos oradores, que dramatizan situaciones y dibujan perfiles que se acentúan en función del gusto del público. Los historiadores también caen en la tentación política o la historia concebida como actividad cuya finalidad es proporcionar argumentos para legitimar posiciones políticas. Así se relatan hechos o biografías usadas para una idea política. La tercera tentación es la ética, que se manifiesta, abordando el pasado para detectar comportamientos detestables moralmente. La Historia enseña lo que es bueno y malo.
No hay que olvidar el posicionamiento respecto a la Historia de los grandes intelectuales (Platón y Aristóteles), a la que se refieren concediéndole poca importancia e incluso ironizándola, como Platón. Sin embargo él también acudía al pasado para obtener información leyendo a los historiadores pero con la finalidad de poner los acontecimientos al servicio de la filosofía política. Tampoco lo hace con mucho rigor, muestra de su baja consideración por la Historia. Esta actitud tuvo una influencia negativa en la consideración hacia la Historia en esa época.
Aristóteles también considera a la Historia un arte menor porque se ocupaba de lo particular, lo que era muy poco para sus aspiraciones de conocimiento. La poesía sí era capaz de realizar afirmaciones generales o establecer verdades que resumirían la experiencia de la humanidad. Aristóteles y sus discípulos acuden a la Historia más que Platón, desde su interés por el estudio de las cosas humanas. Recoge información referente a las ciudades griegas que en el pasado tenían determinados regímenes políticos. A lo más que llegó fue a idear una explicación o una concepción acerca de las diferentes formas de gobierno como evolución de distintas etapas de la humanidad. El tiempo es protagonista en la sucesión de distintos gobiernos. Sin embargo la Historia no podría proveer de conocimientos generales.
La Historia, en la época helenística, se considera poco más que parte de la cultura de las elites, pero no llega a alcanzar rango de conocimiento “científico” y suministra datos a otras disciplinas como la política, la filosofía o el derecho.
Este declinar tuvo su “despertar” en Polibio, que marca la transición en la práctica historiográfica (200-122 a.C.) hacia el mundo romano.

-         Polibio: era griego, pero Grecia cae en poder de Roma, a la que se incorpora también culturalmente. Es autor de las “Historias”, 40 libros de los que sólo se conocen los cinco primeros y que reflejan una forma distinta de entender el pasado porque hay intencionalidad de hacer un discurso con mayores pretensiones, más analítico y metódico, y con un espíritu ambicioso. Hay un plan general en la obra e incluso ofrece un guión. El argumento es tratar de explicar las razones del éxito de la dominación romana del mundo conocido. Hay un espíritu metódico y voluntad de aportar explicaciones encadenando los hechos en una dinámica de historia universal. No se remonta a épocas excesivamente remotas porque en ese método es fundamental garantizar la fidelidad de las fuentes de información.
Polibio se interesa por aspectos políticos y militares. Aunque en su obra aparecen diferentes reinos y ciudades, las explicaciones se refieren a la superioridad de las instituciones romanas sobre otros regímenes políticos y también a la superioridad a nivel militar por su forma de reclutamiento, armamento, técnicas bélicas, táctica y estrategia. Él admira esa grandeza y en él encontramos la idea apuntada de una concepción cíclica del tiempo y de la evolución de las sociedades. Subyace la idea de que los pueblos están inmersos en un ciclo o serie de fases de ascenso, madurez y decadencia. Otro elemento a destacar de Polibio es que trató de viajar a todos los territorios sometidos a Roma y conocer de primera mano sus fuentes de información (se reía de Timeo porque no salía de sus archivos). Otra característica de Polibio que le aproxima a Tucídides es la voluntad de buscar una utilidad práctica a la Historia, sobre todo didáctica para lo que en su discurso hace con frecuencia disgresiones o arengas y sobre todo reflexiones de sus puntos de vista e incluso de su función como narrador e historiador.
Polibio ha sido bien valorado por la historia de la historiografia por su sistematismo, integración y por su concepción y método.

-         Plutarco: no fue un gran historiador porque no hace avanzar la Historia. Fue muy leído y se hizo célebre por sus “Vidas Paralelas”, que eran 46 personajes cuyas biografías trató de estudiar y comparar siguiendo la metodología de establecer un análisis comparado entre griegos y romanos. Su objetivo final era buscar siempre elementos de lección moral haciendo hincapié en los comportamientos y costumbres de personajes de la época.

-         Conclusiones de la Historia en Grecia:

-         con los griegos la Historia alcanza un rango más elevado que en otras culturas.
-         se aborda con criterios de racionalidad, diferentes a los de la época del mito y se plantean cuestiones metodológicas como solución de las fuentes (veracidad y cotejo).
-         Se concibe desde el punto de vista utilitario. Se pide a la Historia que aporte cuestiones útiles, de moral o de comprensión del comportamiento humano.
-         La Historia será ajena a cuestiones teológicas.
-         Se relaciona con la vida política.
-         Es fáctica porque narra hechos políticos y militares.

-         La Historia en Roma. Rasgos generales.

-         en general la historiografía romana no llega a alcanzar el grado de originalidad, innovación y calidad de la griega a pesar de que si por algo destacó Roma fue por el Derecho y la Historia.
-         Es una fuente de primera mano para el estudio de la Historia Antigua.
-         La Historia tendió a considerarse como un género literario que no persigue tanto la exactitud de las informaciones como la forma de expresarlas (la forma prevalece sobre el fondo).
-         Es una Historia mucho más pragmática que la griega.
-         Es una Historia mucho más comprometida políticamente y al servicio del poder político
-         Su vinculación al poder hace que muchos escritores de Historia sean a la vez políticos.
-         Es una Historia legitimadora y también educativa y ejemplarizante, de modo que también se persigue, no sólo legitimar, sino educar a los políticos proporcionando guías de comportamiento político.
-         La Historia a veces se declara imparcial. De hecho es frecuente en los escritos que se inicien con un prólogo en el que los autores hacen una declaración de intenciones de buscar la realidad y objetividad, pero también es frecuente que no se consiga y sí hay parcialidad.
-         La Historia en Roma se sigue vinculando con la retórica y esta preocupación es incluso mayor que en Grecia. El discurso es muy frecuente en Roma no sólo como expresión oral sino también, en las obras de Historia, es frecuente que los protagonistas pronuncien discursos supuestos.
-         En general la Historia en Roma ha sido contemplada como una obra colectiva que trata sobre la grandeza y decadencia de Roma, sobre las costumbres heroicas de los antepasados y la decadencia de esas costumbres (en los últimos escritos) como causa de la pérdida de dicha grandeza.

En Roma la Historia aparece con cierto retraso. Los primeros relatos no son anteriores al siglo III a.C. a pesar de que se sabe que ya habían documentos antiguos sobre todo procedentes de la clase sacerdotal. Muchos de estos documentos fueron destruidos en el saqueo de Roma (390 a.C.) pero en torno al año 200 a.C. se comienzan a elaborar anales o recuentos de sucesos importantes mezclados con actas de deliberaciones políticas de las instituciones del gobierno. A la vez comienzan a escribirse con frecuencia genealogías o relatos de familias aristocráticas y vinculadas a un fuerte sentimiento familiar (hazañas de las clases nobles). Sólo surge la Historia cuando Roma avanza hacia la hegemonía. El espíritu romano era pragmático, guerrero y que le impedía la reflexión sobre el pasado hasta su consolidación. Es entonces cuando se plantea la necesidad de un pasado oficial.
La literatura mítica nunca dejó de difundirse y no afectó demasiado a los relatos históricos ya que la mayor parte era historia contemporánea donde no tenía gran cabida el mito.


-         Julio César (100-44 a.C.).

Busca la legitimación con la escritura de la Historia. Sus obras más importantes son “Comentario de la Guerra de las Galias” en la que justifica su intervención personal en las Galias y describe sucesos pero también etnografía de los pueblos conquistados y “Guerra Civil” en la que justifica su participación en las luchas que hacen caer la República y que tiene un mayor componente político.
Ambas obras están escritas sin adornos retóricos, son discursos sencillos y con frases cortas, concisos. Escribe pretendidamente de forma imparcial y refleja hechos que él ha vivido o de los que tiene conocimiento de su veracidad. Pretende que esta sucesión de hechos se conserve para la posteridad.

-         Salustio (87-34 a.C.).

Destacan tres obras, dos monográficas, “La conjuración de Catilina” y “La guerra de Yugurta”, el rey de Numidia. Allí Salustio gobernó y conoció aquellas tierras. La tercera obra más general, “Historia de Roma”, abarca unos años muy concretos (78-67 a.C.), es decir, historia contemporánea de Roma, mientras Salustio es muy joven.
El primer libro es la historia de la conspiración de Catalina en tiempos de la transición, sobre 63 a.C. Son discursos con cierto pesimismo. La obra sobre Yugurta es más descriptiva acerca de los hechos del siglo II a.C.
Destaca que intenta imitar a Tucídides. Es su modelo de historiador a seguir pero sin llegar a profundizar. Se detiene en las causas más superficiales. Existen reflexiones morales acerca de los vicios de los gobernantes. Él interviene en la narración, manifestándose en contra de la inmoralidad de esos personajes y a veces del sistema político romano. Introduce también discursos de los personajes, descripciones de algunas zonas y tiene también la intención de retratar psicológica y moralmente a dichos personajes. Transmite subjetivismo por medio de sus valoraciones personales. No data con exactitud aunque su obra es influyente y es reconsiderado.

-         Tito Livio (59 a.C.- 17 d.C.).

Es la obra más ambiciosa. Vive el principio del Imperio. Es una magna obra y es citada en latín “Ab urbe condita” o una historia universal de Roma. Es sistemática, con 142 libros de los que sólo se conservan 35 y no seguidos, iniciándose en los orígenes de Roma hasta el año 9 d.C. Sus características son:

a)      obra histórica con finalidad política, legitimadora del nuevo sistema político que es el Imperio, como una necesidad política de superar la República.
b)      Es propagandística a favor de la grandeza del Imperio romano. Gozó de gran difusión y aceptación.
c)      Contiene mucha información.
d)      Trata de explicar acontecimientos. No consigue dar una imagen general integradora de los acontecimientos en un relato.
e)      No suele ser muy riguroso en la elección e inserción de datos. Tiene poco espíritu crítico.

La obra es tomada como un  modelo y fue muy valorada en el Renacimiento. Su estilo es sencillo y contiene reflexiones de carácter moral. Es un claro defensor de las costumbres tradicionales del pueblo romano y que tienen que ver con la grandeza de Roma; una moralidad que Tito Livio empieza a echar en falta. Introduce arengas o discursos en boca de personajes más relevantes (400). A veces el relato se corta por ello. Supone el primer intento sistemático de construir una Historia de Roma grande.

-         Suetonio (70-150 d.C.).

Contribuye a difundir el género biográfico con “Vidas Paralelas” que es un conjunto de libros donde Suetonio analiza las figuras de los protagonistas de la Historia de Roma de su época. Es una colección de biografías que abarca la dimensión pública de estos personajes y también de su vida íntima, que es lo que más le interesa. Muestra las cualidades humanas y también los vicios. Desde el punto de vista moral exalta valores que considera positivos como la virtud, la ética y otras actividades negativas como los vicios que erradicar. Sin embargo no se le puede calificar como un moralista. Se recrea en las anécdotas que les ocurren a estos personajes.
Se preocupa por acudir a las fuentes de información disponibles, de forma crítica e investigando datos. Representa, con matices, el impulsor del género de la biografía.

-         Tácito (55-120 d.C.).

Contemporáneo de Suetonio. Vinculado al pensamiento político. Sus obras están impregnadas de filosofía política. Destacan tres obras: “Germania”, obra descriptiva de estos territorios y las luchas. “Anales” e “Historia” son colecciones de libros que relatan los acontecimientos más importantes ocurridos en períodos concretos de la Historia de Roma. Interesa la concepción, la intención legitimadora del status quo de Roma en ese momento. Es propagandista acerca de la grandeza de Roma. Es una obra apologética y bastante pesimista porque añora tiempos pasados. También tiene contenido moral y finalidad instructiva, con elementos de carácter ético y moral, criticando lo que él considera la degradación en las cuestiones morales.
Tiene un estilo dramático con un gran apasionamiento en los personajes, que se relacionan y dialogan y se responden a los discursos. Ofrece una gran riqueza de detalles, pero de poco calado (este paso Tácito no lo da).
Su obra explica cosas pero el relato encadenado parece ser insuficiente. Tiene en cuenta el rumor en la calle o del pueblo como fuente fidedigna.
















TEMA 3: LA HISTORIA EN LA CRISTIANDAD MEDIEVAL.

Desde el punto de vista temático, la historiografía medieval hunde sus raíces en el mundo antiguo. Un hecho que no debe olvidarse es la desintegración política del Imperio Romano y la ulterior invasión de los pueblos bárbaros caracterizados por una escasa memoria escrita y que provocan la desaparición de una parte de la cultura clásica a la que, sin embargo, se asimilan aclimatándose en aspectos como por ejemplo la lengua, el latín.
Otro elemento esencial es la hegemonía alcanzada por el cristianismo y su oficialidad (s. IV) en el Imperio Romano, lo que tendrá importantes consecuencias como es la aparición de un nuevo género, la historia de la Iglesia cristiana, que provoca una ruptura con la tradición historiográfica racionalista, que deja de ser importante. Es una época (s. III-V) donde también se produce la coexistencia de dos tipos de historiografías, la pagana, tradicional, en griego y latín que representa la continuidad de los autores ya citados, junto con la historiografía cristiana. Además de coexistir, se produce un debate entre formas de hacer historia, una pugna intelectual en la que paulatinamente se impone la historiografía cristiana, sobre todo a partir del siglo V y coincidiendo con la decadencia del Imperio Romano.
La historiografía cristiana supo aprovechar materiales valiosos procedentes del ámbito pagano, situación que no tuvo éxito a la inversa, hasta el punto de la casi desaparición intelectual de los pensadores paganos.

Dos elementos están presentes en la historiografía cristiana:

-         providencialismo: que persigue formular una historia universal con un único argumento, la salvación de la humanidad, desde la creación hasta el juicio final. Esta historia se desarrolla con arreglo a la providencia o voluntad de Dios. No se trata la historia como hechos o acontecimientos encadenados, con causas y consecuencias al modo clásico, sino que es algo más, la manifestación del plan divino de la salvación. La función de aquellos historiadores era contar los designios de la voluntad divina pero no explicarlos. Interesa la simbología, las profecías. De esta manera se interpreta el Antiguo Testamento (lo que después se refleja en el Nuevo Testamento), con intervenciones sobrenaturales o fantásticas en los asuntos terrenales.

-         concepción del tiempo: la preocupación por la cronología es casi una obsesión, establecer las fechas precisas de los acontecimientos. La concepción de la historia es lineal, con principio y final, ya que es fundamental saber cuándo. Descubrir los hitos, datarlos con precisión para interpretarlos con arreglo al providencialismo, pero nunca establecer encadenamientos de hechos o esos hitos esenciales del pasado. Es un tiempo que se puede medir. Si la historia la concibe Dios, el hito fundamental es la encarnación de Dios en Jesucristo como salvador de la humanidad. En Jesucristo se cumplen los signos del Antiguo Testamento. Al historiador le interesa la carga simbólica de los acontecimientos más relevantes.
Esta concepción del tiempo implica el interés por los hechos aislados y centrarse en los hechos esenciales de los que no importan sus causas o consecuencias, sólo la simbología. No hay necesidad de explicar lo que se narra. La datación correcta permite situar los acontecimientos, fijarlos en el tiempo.

-         Orígenes (185-252 d.C.): gran autor e intelectual del que no se conservan totalmente sus obras. Con él el cristianismo da un gran salto ya que sus planteamientos son diferentes.
Su obra persigue una interpretación alegórica de las Sagradas Escrituras. Se considera que esos acontecimientos son el anuncio de la venida del Mesías y los hechos por él protagonizados. Ubica a Jesucristo dentro de la historia del pueblo judío además de insertarlo dentro de una historia global de la humanidad, aunque esto último no lo consigue.
Trataba de justificar la existencia de Jesús convirtiendo los hechos del pasado en profecías. Realiza una exégesis o interpretación del Antiguo Testamento. Con Orígenes se confunden las figuras del teólogo y del historiador. Pero además estos hechos exigen fe y la datación porque era difícil creer que se hubieran producido. La fe o creencia como elemento que da autenticidad pero que es insuficiente sin la cronología. Si los hechos de las escrituras son verdad es porque suceden en un tiempo datable. La cronología refuerza la veracidad de lo narrado.

-         Eusebio (260-340 d.C.): era el obispo de Cesarea y fue difundido por San Jerónimo. Inaugura un nuevo género, la cronografía que da título a su obra “Chronographia”. También tiene una historia de la Iglesia como complemento a su obra. Chronographia era una historia universal, desde Adán y Eva hasta el juicio final. Reutiliza los materiales procedentes de la historiografía pagana, datos, hechos y sobre todo los breviarios o resúmenes de historia antigua muy difundidos en este siglo como manuales de los hechos más relevantes, que son su fuente principal de información, junto a otros autores. Lo combina con material de las Sagradas Escrituras, apareciendo todo. Tiene dos obras en griego.
También se debe a Eusebio la idea de las 6 grandes edades del mundo, luego retomada por otros autores. Esa concepción lineal del tiempo se decide en seis etapas: desde Adán hasta el Diluvio, desde Noé a Abraham, desde éste al rey David, de aquí al exilio del pueblo de Israel en Babilonia, hasta el nacimiento de Cristo, y de aquí al Juicio Final.
Se intentan establecer unas tablas sincrónicas donde se hacen corresponder fechas bíblicas con otros hechos fuera del mundo del Antiguo Testamento, es decir, de procedencia pagana. Se trataba de sincronizar o relacionar. Esto ayudaría a profundizar en el tema de la periodización; así se calculaba para datar acontecimientos y proponer una cronología. En la “Cronographía” de Eusebio apenas hay referencias a hechos políticos o militares. Los únicos que aparecen son los referidos a las persecuciones por parte de Roma contra los cristianos y más tardíamente a las herejías. Otro elemento a destacar fue el rechazo o la casi ausencia de la retórica, esencial en el discurso historiográfico anterior.
Cobra importancia la preocupación por las citas textuales de las obras que se utilizan como fuentes de información. Es frecuente citar textos anteriores textualmente indicando de dónde se han obtenido.
Su estilo es directo, sencillo y con abundancia de documentos incorporados. El autor no se mantiene al margen de exponer su visión, sobre todo en el terreno de las controversias doctrinales.
Contribuye a expandir la hagiografía como género bibliográfico y que trata de las vidas ejemplares de los santos, biografías (no al uso) desde un punto de vista religioso y moral. Destaca la Vida de Constantino que no destaca hazañas militares o políticas sino elementos espirituales que hicieron de él un modelo a seguir, un santo. Se trata de perpetuar su memoria entre los fieles por su santidad para que sirva de ejemplo e inspiración. El primer libro de este género es la Vida de San Antonio, de Atanasio.

-         San Agustín (354-430 d.C.): su importancia radica en la obra “La ciudad de Dios”, obra donde difunde una concepción filosófica de la Historia; encarna la visión providencialista de la Historia. Fue redactada al poco tiempo del saqueo de Roma por Alarico (410 d.C.), lo que generó una gran conmoción en el mundo cristiano y pagano. Los paganos acusan a los cristianos de la crisis del Imperio y del saqueo porque en gran medida argumentaban que el pensamiento cristiano era “blando”, lo que pudo favorecer la crisis de sus valores. Los cristianos lo rechazan acusando a los paganos de relajación moral.
San Agustín utiliza estos argumentos en su obra, elabora una teología de la Historia con un enfoque providencialista. El proceso histórico era también la manifestación de la dialéctica u oposición entre dos ciudades, la terrenal y la celestial. El enfrentamiento entre las dos ciudades es una constante a lo largo de la Historia. Este enfrentamiento se da hasta el final de los tiempos con el triunfo de la ciudad de Dios (Jerusalén terrenal), símbolo de la vida eterna y la resurrección y representada en la tierra como la Iglesia. Los cristianos son miembros de la ciudad de Dios y su objetivo es obtener la paz celestial. También aquí San Agustín reconoce las seis edades de Eusebio pero hay un cierto desinterés por demostrar hechos relevantes del pasado. No le interesan las cosas de los hombres, lo que muestra una concepción historiográfica donde los hechos son sólo trascendentes en la medida en que son reflejo de la providencia divina.

-         Paulo Orosio: contemporáneo de San Agustín y procedente de Hispania. Representa la adecuación a la Historia de la doctrina de San Agustín. Hay un intento de enlazar un mensaje bíblico con la Historia en general, de modo que recibió el “encargo” de reunir documentación (la mayor y mejor posible) para demostrar la verdad de su filosofía de la Historia recuperando acontecimientos del pasado que demostraran la importancia del cristianismo, exonerándolo de la responsabilidad en la caída del Imperio Romano. Escribe entonces una Cronografía. Durante la Alta Edad Media fue más conocido que San Agustín porque influyó en la forma de hacer Historia.

La hagiografía se desarrolló de forma importante en la Alta Edad Media. Tenían cabida elementos fantásticos, sacrificándose la fidelidad de los datos verificados para establecer modelos de conducta. En relación con ella se desarrolla un género con gran difusión, que son las vidas de los obispos, historia de los conventos, monasterios y episcopados. Aquí el objetivo casi siempre es legitimar la antigüedad de las sedes episcopales para ser capitales, para participar en debates que facilitaran el acceso a los ingresos eclesiásticos. Es un momento en el que la Iglesia se territorializa articulándose en obispados y arzobispados.
Todo este ambiente propició un interés por la generación de archivos, de material escrito que pudiera ser usado posteriormente como fuente para determinadas pretensiones. Estos géneros hacen que durante la Alta Edad Media se configure otro género que será la historia de la Iglesia y que desplazará a la Cronografía.
La historia de la Iglesia se configura como un macrogénero donde se van subsumiendo los demás y donde se incorpora toda la documentación de la Iglesia como institución (concilios, sínodos, patrística o autoridades eclesiásticas). Ya tiene la Iglesia pretensiones de universalidad y en eso se iguala con el Imperio. La historia de la Iglesia no es una cronografía porque la supera ya que incorpora mucha cantidad de documentación relacionada con el hecho religioso incluso con sus implicaciones terrenales; es un momento en el que se fija el dogma de la Iglesia. Es una historia en la que se presta atención a los textos sagrados y todo lo que tiene relación con la Iglesia; se proporciona una visión del mundo concreta y la única válida. Sus ideólogos son los intérpretes autorizados de la Historia. Propone una forma de relatar el pasado que será ortodoxa. Se fija un dogma que coincide con la Historia de la cristiandad.
A partir de este momento también se desarrolla, respondiendo a otras motivaciones políticas, otro tipo de historia complementaria, no opuesta. Es una historia que tiene que ver con los deseos de legitimación de los incipientes reinos cristianos que surgen de la desintegración del Imperio Romano. Estos reinos se convierten pronto al cristianismo y por ello no se oponen a él. Narran el desarrollo, orígenes y avatares de las nuevas monarquías pero en el marco de una interpretación cristiana y providencialista de la Historia. Se tratará ya no de Cronografías ni historia de la Iglesia, sino de historias particulares, ligadas a la preocupación por legitimar las diferentes monarquías. Combinan la historia de la Iglesia con las nuevas sociedades bárbaras cristianizadas y para ello se apropian de elementos de la primera. En esa tradición destacan los francos que produjeron la gran obra de Gregorio de Tours (538-594 d.C.) “Historia de los Francos”, de finales del siglo VI, y que arranca con la creación mostrando cómo se insertan los francos en la historia de la cristiandad. Calcula que pasan 5774 años desde el principio y divide el período en etapas. Hay una percepción religiosa de los acontecimientos que narran con una concepción también providencialista. El protagonista principal es Dios y sus intercesores en la tierra, los monarcas y obispos francos.
Otro ejemplo es San Isidoro de Sevilla (560-636 d.C.), autor de las “Etimologías” y de “La Historia de los godos, vándalos y suevos”, con un discurso mezcla de historia religiosa y civil. Hay relatos de persecuciones a los cristianos y luego se centra más en la época más cercana. Contiene mucho material sobre el debate doctrinal como herejías y concilios.

-         Beda de Dirham “el venerable” (675-735 d.C.): escribe una historia eclesiástica “Gentis Anglorum”, historia de los pueblos que destaca por la preocupación por las fuentes de información y por la erudición cronológica (fechar acontecimientos más próximos). Contiene mucha información de la que gran cantidad es veraz.

-         Paulo Diácono: en el siglo VIII escribe la “Historia de los lombardos”, donde relata acontecimientos de estos pueblos, enlazando con la historia eclesiástica.

CONCLUSIONES:

A principios de la Edad Media, lo esencial en el campo historiográfico es la historia cristiana concebida como una disciplina sin consideración especial y auxiliar de la Teología o el Derecho.
Es una historia centrada en géneros determinados que incluyen la historia de los reinos cristianos. No se puede hablar aún de historiadores sino de teólogos, moralistas o canonistas, predicadores que escriben acerca del pasado. Es una época donde se cimentan las historiografías nacionales porque aparecen historias puntuales de territorios que constituirán los núcleos de los grandes estados europeos.
El objetivo de estos historiadores era esencialmente explicar el pasado desde una clave religiosa, con el triunfo de la fe sobre la barbarie, el paganismo y la herejía. Es una época en la que se forman mitos que motivarán las ideologías políticas de las monarquías occidentales (leyendas artúricas).
En la Baja Edad Media hay ya indicios de que algo cambia en la concepción y abordaje del pasado y es algo que tiene que ver con la secularización de la vida intelectual y que afecta a la historiografía. Significa que la Iglesia pierde el monopolio exclusivo el conocimiento. La aparición del intelectual laico no se produce al margen ni por oposición a la Iglesia (no se trata de un intelectual ateo). En su trabajo no predominan las consideraciones religiosas sino que es función de sus enfoques particulares. Otro elemento que aparece en esta época es la pérdida del monopolio del latín y la aparición de las lenguas romances, con consecuencias para la difusión cultural.
Las Cruzadas son expediciones militares en contra de otra fe donde se realizan actos heroicos dignos de ser narrados; supone el conocimiento de mundos hasta entonces poco conocidos. Se descubre lo exótico.

El contacto con la cultura musulmana hay que relativizarlo porque ellos transmiten la cultura griega a occidente, de modo que es una cultura novedosa y transmisora de la ciencia griega.
Se produce la consolidación del feudalismo, lo que genera la teoría que sirve como fundamento ideológico de los tres órdenes sociales: bellatores, oratores y laboratores. Se consolidan o reaparecen nuevas monarquías feudales como en el caso hispano y esto afecta al desarrollo de la historiografía.
Con la aparición de nuevos géneros historiográficos algunos se mantienen también. Aparecen las Crónicas. Actualmente su sentido es más preciso (hechos actuales). En la  época es intercambiable con términos como “historias” o “anales”, pero también son variados en cuanto al tema de estudio, creando subgéneros. Estas crónicas podían ser de reinados, de reyes. Se centran sobre todo en el personaje o la dinastía y no tanto en el territorio sobre el ejerce su soberanía. Esto es una diferencia con respecto a la Alta Edad Media. Tratan de exaltar y legitimar la figura del monarca. Es una historia fáctica protagonizada por los monarcas.
También hay crónicas caballerescas donde se relatan hechos dignos de ser recordados y protagonizados por caballeros o nobles, muchos de ellos vinculados a las Cruzadas, que son su origen. Ensalzan valores que tienen que ver con la jerarquía social, como el honor, la honra, el valor. Priman las hazañas y los valores y defienden también los valores de esas clases sociales.
Tienen elementos propios de la tarea el historiador. Normalmente no hay explicaciones. Pueden aparecer elementos fantásticos o imaginarios, y no revelan sentido crítico con las fuentes. Se producen falsificaciones. No están reñidos con aspectos religiosos en forma de elementos sobrenaturales. Las crónicas suelen estar escritas en lenguas romances porque su público es delimitado. Se escriben para los súbditos de ese reino o los próximos a reyes o caballeros.
Otra característica es su nacionalismo, exaltación de un colectivo, sus valores y que incluso tratan de legitimar entidades políticas como nacionales. Por ejemplo el “llibre dels feyts” (Jaime I) o la “crónica general de España” de Alfonso X. En Portugal destaca la “Crónica Geral” de Alfonso IV y en Francia las “Grandes Crónicas” de las monjas de St. Denis. En Inglaterra todo esto versa alrededor del rey Arturo.
Este género manifiesta el proceso de secularización.
Otro género es el de las Genealogías que son frecuentes por razón social, ya que son de linajes nobiliarios y de grandes familias. Tiene una importante función social y se trata de hacer retroceder los orígenes a los tiempos más remotos posible (esto es más nobleza). Algunos se remontan a tiempos anteriores a la monarquía e incluso a personajes bíblicos. Se pretende así legitimar la condición social y proporcionar argumentos en la política matrimonial convenientes como una forma de ascenso social.

Otro género es la historia urbana, de las ciudades, aunque su desarrollo máximo corresponde al Renacimiento.
Es la historia de una comunidad, de la importancia de su fundación y conviene hacerla retroceder lo más posible. Algunas incluso se atribuyen a personajes bíblicos porque lo que hay que mostrar es la gloria de sus fundadores. También inciden en las hazañas realizadas por los hijos ilustres que allí habían nacido. También destacan los momentos excepcionales de la ciudad, la intervención de santos o divinidades. En definitiva, se persigue legitimar la superioridad de esa ciudad respecto a otras porque puede estar en juego la capitalidad. También esto es un activo político con respecto a la Corona para la obtención de privilegios por los que podría estar pugnando con otra ciudad.  

-         Guillermo de Conches: escribe “Filosofía del mundo”. Reinterpreta muchos pasajes de la Biblia y trata de mostrar cómo deben entenderse estos pasajes.

-         Pedro Abelardo considera que el orden de la Divina Providencia puede ser conocido de forma racional.

-         Bath: tradujo obras científicas procedentes de la cultura griega y del Islam al latín. Introduce en occidente este conocimiento en la primera mitad del siglo XII.

Coinciden en aplicar la razón para explicar la voluntad divina. Son discusiones acerca de la libertad humana, hasta qué punto el hombre es libre y puede alcanzar el plan divino, hasta dónde puede actuar.

Joaquín de Fiore tiene influencia en el pensamiento posterior. Propone reinterpretar textos bíblicos y profecías. Propone una periodización distinta a la de las seis edades ordenadas anteriormente. Tuvo influencia en los franciscanos.
La historiografía medieval se produce en el ámbito de monasterios y catedrales, pero en la Baja Edad Media se observa un proceso de secularización de la historiografía, no tanto en desentenderse de la Providencia como en la búsqueda y concepción de otras explicaciones donde hechos de los hombres obedecen a causas terrenales.
Pero la historia todavía no alcanza una posición importante en el panorama cultural general. No se estudia en las universidades de este momento. Se contempla como disciplina auxiliar, subordinada a otras como Retórica o Gramática. Los filósofos-teólogos consideran que la Historia no se ocupa de lo contingente, visión aristotélica. Proporcionaba pruebas de la existencia de Dios.






TEMA 4: RENACIMIENTO Y BARROCO.

- Humanismo y renovación del panorama historiográfico.

Aspectos importantes son:

-    continuismo: es lógico, ya que con las tendencias ya consolidadas, no hay ruptura total.
-    Renacimiento: la nueva valoración del hombre, del ser humano o humanismo. Hay un interés creciente en las acciones humanas, el hombre como sujeto pero sin olvidar la Providencia. Esto abre nuevas perspectivas ya que supone una liberación con respecto a la Teología de la Historia.
-    Durante el Renacimiento se produce la invención de la imprenta que supondrá la difusión de la cultura. Se multiplican las obras escritas y el acceso a la cultura por parte de grupos sociales que antes no podían hacerlo.
-    Se redescubren los clásicos grecolatinos que se revalidan y admiran, y se les concede una gran importancia. Se puede acceder a sus obras y esto conlleva la multiplicación de las traducciones. Se les trata de imitar, lo que también influye en la Historia, incluso en su estilo narrativo.

Surgen nuevas formas de concebir el tiempo, distinto al tiempo lineal y que no procede de Dios. Hay nuevas formas de concebir el pasado, lo que afecta al sentido de la periodización para la que se proponen otras formas. El tiempo tiene sus ciclos con cambios. Hay una perspectiva más secularizada y no se acude tanto a profecías y sagradas escrituras.
Hay otra forma de concebir lo antiguo. Se trata de ser moderno valorando lo antiguo, porque ahí están las raíces de la cultura moderna.

Surge también la necesidad de llevar a cabo estudios de crítica de los textos, procedencia y sentido de las palabras para tratar de aproximarse al sentido del escritor. Renacen o aparecen estudios críticos filológicos, lo que permitió depurar lo auténtico de lo falso para la Historia.
Durante el Renacimiento se introduce el sentido de la perspectiva histórica, del enfoque de los acontecimientos pasados a la hora de emitir juicios. Se relativiza teniendo en cuenta los hechos y el contexto. Esto nos eleva a actitudes mentales más relativistas.
La relación entre la práctica de la Historia va a entablar relaciones con actitudes nuevas llevadas a cabo por otros personajes como los anticuarios o los estudiosos de los restos arqueológicos.
Otro elemento es la datación correcta de los hechos del pasado, es decir, fechar con exactitud. Aparece también la erudición como la búsqueda y agrupamiento de textos que pueden ser útiles para el conocimiento del pasado.

Otros aspectos son de carácter político. Se está produciendo el debilitamiento del poder político del Papado, no tanto el espiritual. La caída de Constantinopla en 1453 supone la diáspora de muchos intelectuales, guardianes de la cultura griega en oriente.
Los estados modernos tomarán en serio la función de legitimación de los poderes que van asumiendo. Ha nacido el estado moderno y la Historia se va a vincular al poder civil, el de la monarquía.
La historia se propone ofrecer consejos útiles para los gobernantes. Se contempla como una fuente de sabiduría moral y política. Es un instrumento eficaz para la acción de los gobiernos. Los historiadores acrecientan esa función de consejeros del princeps o monarca, función que también se contempla en las ciudades.

Otro elemento es el descubrimiento de América, que va a influir en la manera de hacer Historia porque supuso romper con esa visión medieval ya que aparece la cosmovisión del mundo. También supone el contacto con lo exótico, con seres humanos que tienen otra lógica.

También es la época de la Reforma y la Contrarreforma que supuso la división de la cristiandad y la adopción de posiciones extremas, rompiéndose la unidad. Esto propició un avance de la crítica pero en los debates teológicos era esencial ofrecer una interpretación de las Sagradas Escrituras lo más ajustada posible.

Las guerras de religión supusieron también que muchos intelectuales desconfiaran de la Iglesia, también entre los calvinistas.

-         Los florentinos y sus reflexiones histórico-políticas.

Florencia es una ciudad-estado importante pero se producen luchas internas lo que genera obras que representarán un avance de la historiografía. Será una historia utilitarista. Predominan los autores laicos muy implicados políticamente. En realidad son políticos que escriben y hacen historia, y no al revés. Utilizan bastante los archivos que se crean ahora y aumenta la importancia de guardar documentos.
También es una historiografía política militar y diplomática al margen de motivaciones religiosas. Los móviles son humanos y no Dios.
Así aparecen intrigas políticas, retratos de importantes personalidades. Tiene mucho de biografía, género que recupera el Renacimiento.

o       Lorenzo Bruni (1370-1444): precusor. Escribe en latín una “Historia del pueblo florentino” donde trata su evolución política. Se remonta tiempo atrás hasta el momento contemporáneo. Se admira su legado cultural grecorromano, en particular, sus historiadores, a los que utiliza. Exalta la ciudad-estado como forma de organización política y como heredera de Roma. Trata de imitar a Tito Livio, incluso en recursos como los discursos. Se apoya en documentación y en fuentes medievales de estas historias urbanas que habían circulado. Ignora los elementos legendarios donde la providencia está ausente alguna vez. Tuvo seguidores.
o       Lorenzo Valla (1ª1/2 s. XV. 1407-57): al servicio del rey de Nápoles, Fernando I. Escribe la vida de Fernando I de Aragón, una crónica pero según el modelo renacentista, es decir, de gran contenido biográfico, de exaltación, apologética. Aplica o se sirve de la crítica filológica a los documentos históricos. Admira la tradición grecorromana. Es uno de los padres de la Filología. Se hizo famoso a partir de estas críticas. Concluyó que la donación de Constantino era una falsificación.
Valla estuvo vinculado con Roma y luego vivirá en Nápoles. Es un autor       importante después de Bruni y antes de Maquiavelo.


-         Maquiavelo (1469- 1527): es un intelectual esencial para la teoría política y el mundo moderno. Interesa más por su doctrina política que por su historiografía. Ocupó cargos políticos importantes en Florencia. Su preocupación es conseguir un tratado de doctrina política.
Entre sus obras destaca “El príncipe” y “Discurso sobre la primera década de Tito Livio”, que son obras complementarias. La primera insiste en la vertiente política, sirviéndose a veces de la historia porque aporta un conocimiento verdadero. En la segunda obra la historia de Roma es tomada como pretexto para el desarrollo de planteamientos políticos. Se produce una separación de la política y la filosofía moral. Inaugura la política en sí misma. El político debe buscar objetivos distintos a los éticos y la política se convierte en amoral.
Los elementos para el político son el mantenimiento del poder  y el éxito. Todo aquello que proporcione poder y éxito es bueno. El fin justifica los medios. También destaca entre buenos y malos tiranos: el bueno mantiene su poder y el malo no consigue el éxito con su actuación política.
La historia proporciona experiencia de vida para los políticos; era la disciplina útil que había que practicar. Destacaba la importancia de las acciones humanas, la acción del hombre como objeto y el hombre como sujeto de la historia. Hay humanismo, autonomía de la política, filosofía de la historia y doctrinas del príncipe.

-         Guicciardini (1483- 1540): es florentino y contemporáneo de Maquiavelo. Se aproxima más a ser historiador. En su historia hay menos doctrina y sí investigación y relato. Entre sus obras destacan “Historia de Italia” e “Historia de Florencia”. Como planteamiento común pone de manifiesto la supremacía de las ciudades italianas desde el punto de vista político, económico y cultural que ahora se encuentra amenazada por las naciones bárbaras (como le sucedió a Roma) y que son Francia, España y los principados alemanes.
Destaca su minuciosidad en el relato ya que hay descripciones detalladas, datos. Este positivismo es lo fundamental ante las explicaciones porque en ellas intervienen otros elementos como el azar o la imprevisión.
Rechaza la posibilidad de construir una ciencia política a partir de la historia porque intervienen elementos como el azar. Sus obras contienen valiosas síntesis pero no llega a la condición de Maquiavelo. Su obra fue muy conocida.

En Francia lo novedoso fue un movimiento intelectual, “la historia perfecta”, propuesta de este ambiente francés del siglo XVI y que trasciende al campo metodológico o de la filosofía de la historia. Se pregunta qué debería ser la historia. Se le da importancia a la historia conjunta, dando valor a algo más y propone ampliar el horizonte del historiador dando cabida a otros temas del pasado incluso ampliando espacial y geográficamente. Pero se quedó en lo deseable.
Destacan varios autores:

-         Bodin: autor que se clasifica como un teórico del pensamiento político posterior a Maquiavelo. Su cronología es 1530-1596. Interesa “el método para un conocimiento fácil de la historia” de 1566, donde hace consideraciones acerca del pasado y el quehacer de los historiadores y propone una búsqueda de las claves explicativas que redujeran la diversidad y heterogeneidad de la realidad histórica, con un discurso inteligible y grandes resúmenes para dar cuenta del pasado de una forma más racional. La historia, sin embargo, está muy lejos de entenderse como una especie de conocimiento científico en el que hay que descubrir leyes. Apela a otros elementos de causación u otros factores que tienen función explicativa, por ejemplo, reclama atención al clima como elemento esencial en los cambios históricos, refiriéndose a las grandes regiones climáticas y que afectan a la personalidad de las diferentes civilizaciones. Reivindica mayor atención a la observación de constantes históricas que pueden repetirse y que tiene una sucesión cuantificable para lo que reclama el uso de la astrología. Busca regularidades aritméticas incluso con la finalidad implícita de poder predecir qué va a ocurrir. Apela a una visión universal de la historia no eurocéntrica, que tenga en cuenta todo el mundo conocido y pone de manifiesto la necesidad de que la historia siga siendo política.

- La Popeliniére: es otro representante de la “historia perfecta”, contemporáneo de Bodin (1540-1620). Escribió “La idea de la historia cumplida”, donde plantea cuestiones de carácter programático para el estudio de la historia y la necesidad de una historia comparada que trate de explicar las diferencias y similitudes entre diferentes pueblos.
En su obra aparece también como idea novedosa alguna afirmación acerca del carácter relativo de los conocimientos acerca del pasado que proporcionan los libros de historia, del carácter condicionado por las circunstancias que ofrecen los historiadores; relativiza desde el supuesto que la visión del pasado refleja la cultura de los historiadores y el ambiente en que se producen esos escritos. El medio condiciona luego el conocimiento histórico es relativo. Su obra esboza una historia de la historiografía de la que sería uno de los primeros hitos.
También reclama una especie de historia total o global donde quepan gran cantidad de pueblos. No expone una filosofía de la historia pero sí algo que se parece bastante.

En Inglaterra no hay grandes novedades. Hay crónicas militares o políticas, como también ocurre en España donde hay una eclosión de crónicas apologéticas de la monarquía o los territorios (nacionalista) como la crónica de Sandoval acerca del reinado de Felipe II. La más conocida es la de los Reyes Católicos de Hernando del Pulgar (finales del siglo XV) que cuenta también cómo se forma el sistema de consejos y secretarías. Se remontan tiempo atrás como los “Anales de la Corona de Aragón” de Jerónimo Zurita, historia dinástica, de los territorios y de las instituciones. Destaca la “Historia de España” de Juan de Mariana, jesuita que mantuvo una doctrina política que defendía la idea del pacto entre el pueblo y el monarca y que llegaba a justificar la idea del tiranicidio. Su obra es un ejemplo de historia nacional. También destacan la crónica de Martín de Viciana sobre la historia del reino de Valencia de 1567 y las “Décadas de la historia de Valencia” de Escolano (principios del siglo XVII).
Las crónicas también proliferan en su carácter urbano. No hay ciudad importante que no tenga su propia historia. Destacan Bendicho en Alicante (1ª ½ siglo XVII), “Anales de Orihuela” de Pedro Benlloch, “Antigüedades de la historia de Elche” de Cristóbal Sanz y “Discursos históricos sobre el reino de Murcia” de Cascales.
Estos autores acuden a los archivos para obtener información. Es una historia apologética de exaltación de lo propio.
Otro género que aparece en el siglo XVI con continuidad en el siglo XVII e sla historia religiosa que nunca dejó de practicarse y que ahora tiene motivos para intensificarse con motivo de la Reforma y la Contrarreforma.
Ya en la prerreforma, con Erasmo, se intentó mejorar la imagen de la Iglesia mediante un conocimiento más exacto de las Sagradas Escrituras.
Se trataba de buscar en los orígenes de la Iglesia los textos de las Sagradas Escrituras y unos hechos objeto de investigación histórica para hallar lo genuino dentro de la doctrina cristiana.
Las disputas teológicas impulsan una vuelta a los orígenes de la Iglesia y un estudio crítico de las fuentes. La historia es un camino hacia la verdad teológica, es un instrumento de la doctrina. Es una expresión de la lucha religiosa porque es “munición” para las disputas. La Iglesia primitiva busca la pureza y hay una sensación por parte de los reformistas de que la Iglesia medieval la corrompió y es por ello descalificada. Se trata de volver a etapas anteriores. El debate teológico hizo avanzar la historia como ciencia porque aumentó la erudición. Esto se hizo a través de dos grandes documentos que se inician en el bando reformista: por un lado, las “Centurias de Magdeburgo” como intento de la Iglesia reformista para enlazar con la Iglesia primitiva y desacreditar las bases sobre las que se asentaba el Papado. Es una historia de la Iglesia desde la óptica protestante dirigida por Iliricus en varios volúmenes que se recopilan entre 1539 y 1546.  Intenta desbrozar lo auténtico de las falsedades de las Sagradas Escrituras y de la documentación de la Iglesia primitiva. Contribuyen a la erudición y a la crítica documental.
Esto provoca una reacción en el bando católico. Se desarrollan unos anales eclesiásticos bajo la dirección del cardenal Beronio (1588) que ocupan 38 volúmenes en la réplica a las “Centurias de Magdeburgo” y que fue más rigurosa y seria que la protestante.
Ambas obras tienen una voluntad polémica, apologética, de modo que persista la manipulación y falsificación de los datos. En ambos bandos surgen movimientos y discrepancias internas, lo que contribuyó a revolucionar la historiografía. La historia eclesiástica toma impulso con mayor voluntad crítica y que ya no es la misma que era en el Medioevo porque aparecen elementos más secularizados dada la creciente importancia del poder temporal. Es una historiografía más erudita y profana, que trata de ser más demostrativa con más recursos más allá de la fe. Sin embargo es una historia hecha por clérigos pero destinada también a amplias capas sociales porque se trata de ganar adeptos, de hacer propaganda a través de la imprenta.

-         Las crónicas de Indias: en el siglo XVI el mundo se expande y ya se incluye América y la totalidad del continente africano. Aparece una nueva conciencia, con nuevos problemas y géneros con planteamientos novedosos. Son relatos producidos por los propios partícipes en el descubrimiento del Nuevo Mundo. Cristóbal Colón o Hernán Cortés son ejemplos que ponen también de manifiesto datos geográficos y etnográficos. Hay una eclosión de crónicas de Indias entre las que destacan la de Fernández de Oviedo, López de Gomara y Bernal Díez del Castillo y que contienen relatos. Esta eclosión se explica por el asombro ante lo diferente, el deseo de transferir al otro los valores propios que se consideran superiores, voluntad de dominio político y militar y la legitimación de dicho dominio. También hay un esfuerzo por inmortalizar las hazañas y gestas en las que se ha participado. Las crónicas fueron escritas por colonos, militares, clérigos, descubridores, etc. La conquista del Nuevo Mundo tuvo efectos sobre la conciencia del Viejo Mundo que indujo la aparición de replanteamientos acerca del derecho natural e internacional, reabre debates sobre el alma humana y cuestiones de la historia sagrada, cuestiones sobre economía, en el campo de la política, en la aparición del género de la utopía o de las sociedades perfectas y trajo consigo autocríticas como la de Bartolomé de las Casas.

El Renacimiento supone renovación pero también tradición. Hay una forma de pensar un tanto arcaísta. El humanismo trajo consigo una nueva periodización de la historia que minusvalora la Edad Media. La historiografía presenta unas características renovadoras que se desarrollarán en el período siguiente.


-         El Barroco: es un concepto ambiguo que implica una retórica rimbombante, retorcida, efectista y grandilocuente. De hecho hay una historiografía así pero también el siglo XVII tiene otras características. Es un siglo muy plural. Convive por un lado la historiografía tradicional que se practica desde la Edad Media, milagrera, fantástica y ausente de sentido crítico. También hay una historiografía renovadora.
El siglo XVII supone la aparición de la ciencia moderna lo que supone que la historia retrocede como forma de conocimiento con respecto al Renacimiento. Esto tiene que ver con las nuevas concepciones científicas que proporciona la razón y que suponen que lo importante es lo que sucede en la naturaleza y no a las personas. La naturaleza suplanta al hombre.
Descartes considera la historia como algo secundario. Las grandes figuras del conocimiento son científicos y no teólogos. Propone una nueva forma de conocimiento a través de la experiencia interior, rechazando la posibilidad de un conocimiento real a través del pasado. La razón es la que permite deducir leyes científicas asimiladas a las leyes de la naturaleza. La historia no tiene leyes. Lo esencial era lo eterno, lo duradero y no los acontecimientos pasados. Es una vuelta a Aristóteles. Pascal y Bacon tienen posiciones militares y destacan procedimientos experimentales y deductivos. La ciencia moderna supone que la historia se relegue como disciplina que proporciona conocimiento.
La 2ª ½ del siglo XVII también transcurre de forma paralela y la historia responde a este reto utilizando “armas” que provienen del campo de la ciencia y recuperando formas de hacer historia propias del siglo XVI.

Los Bollandistas: jesuitas bajo la dirección de Bolland que comienzan la redacción del Acta Sanctorum basándose en un examen crítico de las fuentes, descartando fraudes y falsificaciones y enlazando con el espíritu de las pugnas doctrinales de la Reforma y Contrarreforma.

Los benedictinos: también trabajan en la aplicación de la crítica y el rigor documental. Uno de sus líderes intelectuales era Mabillon que lleva a cabo un intento de sistematización de los procedimientos que permiten depurar los textos mediante una crítica rigurosa y que plasma en su obra “De Re Diplomatica”.

Estos fueron hitos que hacen avanzar las reglas para el conocimiento crítico del pasado y se crea la Diplomática.
En esta época se llevan a cabo intentos de crear centros de investigación y estudio de la historia como algunas bibliotecas. Se da una importante labor de recopilación y publicación de documentos y la creación de enciclopedias de documentos históricos (bibliotecas) como por ejemplo la de Nicolás Antonio. Impone de forma paralela al desarrollo de la historia barroca, un progreso en el conocimiento histórico y en el método historiográfico y pone las bases del método crítico.


-         Bossuet: escribe “Discurso sobre la Historia Universal” en 1681. Era un teórico de la política y del derecho al servicio de Luis XIV. Es propaganda del monarca. Contiene muchos elementos de la historiografía barroca. Interpreta la historia universal como providencialista. Ante la intervención divina el hombre ocupa un lugar secundario pero también incorpora argumentos racionalistas. Dios ha querido hacer al hombre libre y por lo tanto le ha concedido protagonismo en los acontecimientos terrenales determinados por causas humanas.
Representa una historiografía caduca pero no tanto, porque va a  atravesar todas las épocas y tendrá continuidad.



TEMA 5: LA HISTORIA ILUSTRADA.

Estamos en el siglo XVIII. No es ilustración todo lo que reluce ya que hay elementos que permanecen en la forma de hacer historia.
Los elementos a recordar del siglo XVIII son:

1-     expansión comercial importante: se desarrolla el capitalismo comercial e industrial (revolución industrial). Adquiere un protagonismo creciente la burguesía que se extiende con un gran protagonismo económico y reclama presencia política. Si no lo consigue puede adoptar la vía revolucionaria.
2-     Ansia de reforma: es un siglo reformista más que revolucionario. Tanto la burguesía como la aristocracia la potencian desde diversos ámbitos. Es un siglo de proyectistas, un siglo en que la razón se erige como algo más que la principal vía de conocimiento verdadero. Desplaza a la autoridad de los antiguos como medio de conocimiento. Es la razón lo que ilumina la verdad. Es la única vía de conocimiento.
3-     Otro elemento es el utilitarismo. El conocimiento que se alcance debe ser útil. El siglo de las luces se caracteriza por un mayor pragmatismo en el saber. Es el siglo de los filósofos que usan la razón para alcanzar el pragmatismo.
4-     Es también el siglo del progreso, concepto que se expone con claridad. Cualquier tiempo pasado fue peor. Esto supone una concepción lineal del tiempo pero no la medieval. Las etapas anteriores fueron peores que la actual y el futuro es seguro mejor. La historia se concibe como una sucesión de etapas, desde la barbarie hasta un futuro mejor que el pasado. Esta idea procede de la confianza de las elites, burguesía y nobleza; elites intelectuales que toman confianza generando un sentimiento de autocomplacencia. Esta idea de progreso alimenta el ansia de reforma. Reformismo y progreso están muy vinculados.
5-     No es incompatible la idea del progreso con una idea cíclica del tiempo, aunque es verdad que sugiere una concepción lineal.
6-     Interesan más las civilizaciones que los personajes. Se presta mayor atención a los pueblos como objeto de estudio y reflexión. No se descuida el estudio de los grandes personajes y tampoco desaparece la biografía como género. Esto supone explicaciones que van más allá de los comportamientos de los protagonistas. Es lo colectivo frente a lo individual lo que adquiere relevancia.
7-     Se caracteriza por una reivindicación de la cultura cosmopolita y universalista frente al localismo de épocas anteriores. El siglo XVIII se abre al espacio exterior.
8-     Hay un interés por el exotismo. América, Oriente y China son objeto de interés porque son diferentes a lo occidental.
9-     Se proclama la capacidad de la razón para descubrir leyes de la naturaleza. Interesa saber cómo se producen las cosas y además cómo operan realmente esas leyes. Hay que descubrir la maquinaria del Universo, sus engranajes, el por qué. Se compara al Universo a un gran reloj. Es también el siglo de la técnica como ciencia aplicada, es el siglo de la máquina. Lo que también se pretende es transformar el mundo, lo que tiene que ver con el reformismo. Estas concepciones pueden aplicarse a los comportamientos del hombre del pasado (historia) y del momento (aritmética social) o leyes sociales.

Desde el punto de vista formal el siglo XVIII se distancia bastante del humanismo. Es un siglo menos efectista, más frío, menos rimbombante. Apenas a parecen discursos en los libros de historia y no son frecuentes las reflexiones de carácter moral y político que ahora se exponen con más frialdad inspirados en la lógica y la razón. Rompe con los excesos del Barroco.
Todavía la historiografía no se presenta como desligada de estos elementos. Se presenta muy vinculada a la filosofía. La historia en el siglo XVIII se hace más independiente en relación al poder, con un público más amplio, más extenso y más culto. Se produce cultura para círculos muy amplios con lo que la cultura se hace más variada, se abordan más temas al haber más intereses y conocimientos entre los lectores. Ya no puede estar tan controlada por el poder, es más crítica, desvinculada del poder y más independiente.
El siglo XVIII es heterogéneo también entre los productores de cultura. Ahora escriben desde muchos ámbitos culturales e intelectuales.
En el siglo XVIII aumenta el nivel cultural gracias al acceso a la cultura de grupos sociales burgueses y urbanos lo que favorece que se amplíe el horizonte temático. Se estrechan las relaciones entre la historia y la filosofía a costa fundamentalmente de la teología. Ahora la historia y la filosofía comparten espacios temáticos lo que condiciona el desarrollo como disciplina autónoma de la Historia.
Las intrusiones de unos y otros (historiadores y filósofos) estaba provocada por la ausencia de especialistas en ambos campos. En la historiografía aparecerán formas de enfocar el pasado como la historia filosófica y la filosofía de la historia.
La historia filosófica trataría de ir de lo particular a lo general y extraer conclusiones concretas de la Historia a partir de hechos de carácter filosófico. Serían consideraciones metahistóricas a partir de datos suministrados por la Historia. En el siglo XVIII este campo se desarrolla más.
La filosofía de la historia también se desarrolla en el siglo XVIII aunque también existen precedentes en épocas anteriores. En este caso se parte de lo general, de ideas preexistentes a la concepción histórica y se trata de aplicar esa filosofía a hechos concretos del pasado.
Esta relación supone un salto cualitativo desplazando el hermanamiento entre historia y teología y minimiza la relación con la política. Ahora la historia política será más independiente, más filosófica. La historia se hace más erudita y avanza espectacularmente el interés por las fuentes de información, los documentos y para ponerlos a disposición de quien los quisiera usar para proporcionar información y conocimiento. Esto enlaza con el sentido utilitarista y se refleja en la proliferación de bibliotecas, no como sedes materiales sino como enciclopedias de conocimiento.
Un autor que destaca es Muratori.

-         Muratori: bibliotecario en Roma. Representa el esfuerzo del erudito de la Ilustración dedicado a reunir documentos antiguos. Es una época en la que se acude a los archivos y fuentes de información de forma intensa para tratar de rescatar documentación. También comienzan a institucionalizarse inquietudes, por ejemplo a través de la fundación de Academias bajo los auspicios de los poderes monárquicos, territoriales, etc. Destaca la Royal Society, la Real Academia de las Ciencias de París, la Academia de Inscripciones y Bellas Ciencias de Francia, la Real Academia de la Historia de España, que ya comienza con Felipe V.

-         Juan Bautista Vico (1668-1747): italiano y catedrático de Retórica en Nápoles. Escribe una obra “Principios de una ciencia nueva acerca de la naturaleza común de las naciones” y que se publica en 1725. Es un prototipo de las relaciones entre la historia y la filosofía. Vico cataloga a la historia como una ciencia nueva, se opone al cartesianismo reinante todavía según el cual todo conocimiento científico estaría sometido a peso y medida. Acepta la idea providencialista de que el principio del conocimiento es Dios, creador de la naturaleza y sólo Él es capaz de conocer las leyes por las que se rige. El hombre puede crear las matemáticas pero no puede dar cuenta del funcionamiento o mecanismo de la creación.
La historia es una ciencia nueva porque sí se rige por leyes que pueden ser conocidas por el hombre que es quien hace la historia. Dios interviene pero la historia es una creación humana y puede ser por tanto objeto de un conocimiento científico. Del estudio de la historia pueden deducirse leyes que permiten explicarla y también a las sociedades humanas, propósito máximo de la historia.
Vico hace un intento de comparación de la evolución de las diferentes sociedades humanas para comprender la evolución general de la humanidad. En este intento pone de manifiesto una concepción “evolucionista” aunque dicha evolución no es lineal sino cíclica. En general Vico señala que la historia es una sucesión de civilizaciones hegemónicas y que atraviesa tres etapas. La primera es la infantil, donde hay primitivismo, salvajismo y que también califica como divina porque es cuando los dioses intervienen; es la edad de la creación. La segunda etapa es la juvenil o heroica, etapa en que los dioses y héroes dan paso a los acontecimientos humanos que ya cobran todo su esplendor. La tercera etapa es la humana o madura; las civilizaciones también tienen momentos de apogeo, hegemonía y decadencia.
El planteamiento de Vico no es el de una historia universal, es una reflexión acerca de la posibilidad de llegar a establecer leyes que dieran cuenta de la evolución de las sociedades humanas. La idea que Vico tiene de Dios es un poco panteísta. En definitiva es una autor que hace consideraciones que tuvieron influencia en autores de la Ilustración y del siglo XIX.

Inglaterra es un territorio donde con más fuerza aparece la idea de progreso vinculada a la defensa intelectual de principios que se ligan al liberalismo económico y político. Desde el punto de vista social se liga a la burguesía.
El siglo XVIII fue política e ideológicamente más tranquilo a diferencia de lo que sucedió en el continente. Se desarrolla la idea de que la historia es una evolución continua que avanza hacia la libertad y el capitalismo como forma de organización económica, desarrollo económico ligado al desarrollo de la burguesía. La riqueza llegaría y se distribuiría entre todos y sería mayor la felicidad. La aplicación de la razón permite el desarrollo y progreso de la humanidad y la civilización occidental.
Los historiadores ingleses comparten esa visión optimista y lo presentan con autocomplacencia.

-         Hume: escribe también sobre economía y filosofía. Cree en una ciencia global acerca del hombre y participa de las ideas empiristas, sensistas (en relación con los sentidos) que vienen a decir que los sentidos eran la principal vía de conocimiento. Publica una historia constitucionalista de Inglaterra, desde la invasión de Julio César hasta la revolución gloriosa de 1688, y es una recopilación de estudios más concretos de diferentes etapas. Hume vive entre 1711 y 1776. Trata de mostrar los progresos llevados a cabo en Inglaterra desde la anarquía inicial, la obra civilizadora de Roma, otra vez la anarquía medieval y el gobierno de la ley al final.
Es una historia de creciente perfeccionamiento que se basa en la conciliación de las leyes y en el progreso económico ligado a las relaciones capitalistas. Mantiene la idea de que el desarrollo humano está ligado al progreso económico de modo que las etapas de la humanidad son etapas fundamentalmente económicas. Menciona el derecho de propiedad como elemento clave del progreso.
Las personalidades y protagonistas de la historia también son estudiados por Hume, cuya historia también tiene mucho de historia de la ciencia y la literatura.
Utiliza fuentes de información que cita en el texto o en notas a pie de página. Representa una concepción del progreso vinculada a la economía y a la política.

-         Robertson (1721-1793): ejemplo de historiador-filósofo. Recopila y utiliza documentación sobre todo política para llevar a cabo su obra.
Escribió muchos libros de historia como “Historia de la India” o “Historia de América” pero sobre todo “Historia del reinado del emperador Carlos V”, obra monográfica racionalista centrada en un personaje y que conecta con las ideas del constitucionalismo. En su obra en general pone de manifiesto la superioridad del sistema político inglés.

-         Gibbon (1737-1794): escribió “La Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano”, obra prototipo de la historiografía inglesa del siglo XVIII. Trata de explicar cómo alcanzó Roma la hegemonía y cómo ocurre la disgregación y lo hace estudiando también a Inglaterra con la que intenta establecer un paralelismo. Para Gibbon, el imperio británico sería una rememoración del romano, con carácter conquistador pero civilizador y virtuoso. Inglaterra debe evitar su caída aprendiendo la lección de Roma.
No tiene una visión pesimista y es una obra un tanto volteriana porque no participa de la admiración a la Iglesia y de los principios del cristianismo, al que hace responsable en parte de la caída del Imperio Romano.
En general es una obra que interesa como reflejo de una actitud personal identificada con el imperialismo británico y la fe en el progreso. Reconoce el papel de personajes ilustres o genios individuales pero también concede importancia y protagonismo a los colectivos y a las formas de expresión de dichos colectivos como manifestaciones culturales o literarias. Trasciende planteamientos personalistas.

-         Adam Smith (1723-1790): destaca por el campo de la economía que sistematiza y expone en términos inteligibles. Explica cómo funciona el sistema económico. También escribe la “Teoría sobre los sentimientos morales” y “Riqueza de las naciones”.
Debe mucho a Hume y supo ensamblar elementos diferentes de la teoría económica de autores precedentes en una filosofía acerca de la idea del progreso sin faltar alusiones a la filosofía política o con elementos procedentes de la historia.
La historia de la humanidad muestra un progreso continuo desde el salvajismo inicial y profundiza en el liberalismo como liberación de las ataduras que impedían que los recursos (tierra/trabajo/capital) se combinaran adecuadamente. La historia de la humanidad busca ese objetivo. La obra “Riqueza de las naciones” sistematiza principios de la humanidad y ofrece otra explicación distinta, basada en la economía, de la que tradicionalmente habían ofrecido os historiadores. La economía es el motor del progreso frente a otros factores.


Francia: se diferencia de la historiografía británica en que la historia va más hermanada con la filosofía. Son los filósofos franceses los que destacan escribiendo historia.

-         Montesquieu (1689-1755): destacan dos obras planteadas desde el campo de la Historia, una desde la filosofía de la historia y otra desde la filosofía política.
Consideraciones sobre las causas de la grandeza de los romanos y su decadencia” es una obra que encaja como filosofía de la historia, mientras que “Espíritu de las leyes” es una obra de filosofía política. En ambas obras hay consideraciones sobre el pasado.
La propuesta de Montesquieu es tratar de encontrar constantes que permitan explicaciones racionales a los sistemas políticos. Esto traduce una preocupación política y se utiliza la antigüedad romana como marco de reflexiones o pretexto y como modelo de referencia para sus consideraciones políticas y filosóficas. Su visión de la historia es utilitarista, como instrumento.
Insiste en otras causas de carácter jurídico pero también climático o geográfico. Quiere establecer una explicación racional de los procesos históricos donde la providencia permaneciera ajena. Distingue entre lo accidental y lo estructural en la historia y le interesa esto último donde se incluyen por ejemplo las leyes sociales. Esto le permite entender procesos históricos.
Los llama también las causas generales. Hay una propuesta que trasciende la historia particular tratando de alcanzar leyes generales. Es una visión filosófica en la que cobra importancia la doctrina de la división de poderes, la crítica del poder real y del absolutismo.

-         Voltaire (1694-1778): es más historiador y el paradigma de la Ilustración francesa con su racionalismo extremo. Escribe sobre casi todo pero de su obra interesan tres volúmenes.

a)      Nuevas consideraciones sobre la Historia”: breve resumen del progreso historiográfico de la Ilustración francesa. Hace consideraciones sobre la Historia y reclama una historia que atienda a cuestiones acerca de la economía, la demografía (aunque ya había precedentes), las costumbres de los pueblos, de la técnica y de los avances de la ciencia. Insiste en la necesidad de estudiar la política y especialmente la diplomacia y las constituciones que se han desarrollado en las diferentes naciones. No sólo deben estudiarse los personajes peculiares sino también los colectivos humanos y las estructuras, además de los acontecimientos.
Voltaire propone el estudio de una historia del movimiento que fuera explicativa y no solamente narrativa. Es casi una historia total. Critica a la historia tradicional con elementos fantásticos o irracionales. Es una nueva propuesta que critica lo negativo; es una historia racional liberada de supersticiones.

b)      El siglo de Luis XIV”: en esta obra Voltaire se convierte en historiador. Aunque es una historia del siglo de Luis XIV, también se narran asuntos de otras monarquías. Su idea central es mostrar la exaltación del siglo francés por excelencia desde su perspectiva, donde el autor quiere captar el espíritu y las costumbres de los hombres de ese tiempo.

c)      El ensayo sobre el espíritu y costumbres de las naciones”: es una prolongación de la obra anterior, aunque aborda los temas de una manera más general y extensa. Replantea la historia de Francia y pretende ir más allá de occidente (casi es una historia universal y hace referencias a territorios como India o China). En realidad es una propuesta de historia universal que se narra contra la historia de Bossuet y donde se refuta la concepción providencialista de la historia con un aire polémico y anticlerical, donde quiere demostrar que el cristianismo habría sido una rémora para la civilización occidental. Voltaire es creyente pero se muestra en contra de la Iglesia.

Para Voltaire y Montesquieu la historia es un instrumento de conocimiento del funcionamiento de las sociedades; es un planteamiento metahistórico. Ambos participan de la idea de progreso. La historia puede ser un arma para la transformación de la sociedad. Ambos son reformistas y contemplan la posibilidad de introducir reformas que la historia les podía proporcionar. No se preocuparon en exceso por las fuentes y aceptaron informaciones en función de sus propuestas, es decir, según su conveniencia.

-         Turgot y Condorcet son ilustrados de esa idea del progreso. Turgot fue fisiócrata y responsable de finanzas que intentó reformas que fracasaron. Escribió “Discurso sobre los progresos del espíritu humano” donde hay referencias a la historia y donde incita a los compromisos de los intelectuales para las reformas. Condorcet escribe “Bosquejo de un cuadro histórico del espíritu humano”, donde defiende que ciencia y razón eran las dos fuerzas creadoras del género humano.

-         Rousseau (1712-1778): manifiesta tendencias opuestas a lo anterior en “Discurso sobre el origen de la desigualdad”. Para él, el progreso conduce al mal y el mayor grado de civilización estaría al principio de los tiempos, cuando el hombre estaba en armonía con la naturaleza. Todo el mal sería la consecuencia de la aparición de la propiedad privada.
Se trata de una concepción degenerativa de la evolución social en la que se camina hacia la infelicidad. Es un escritor ambiguo y es encasillado en el anarquismo o como padre del romanticismo porque no solamente es la razón sino los sentimientos los que generan conocimiento.
Su aportación a la historia es nula y es un ejemplo de filosofía de la historia.


-         Alemania: también surge un tipo de historiografía pero sin comparación con la francesa e inglesa y que aparece vinculada a la historia del derecho. Supone una anticipación en algunos aspectos que se desarrollarán en el siglo XIX. Un hecho destacable en el siglo XVIII es la intensificación de los estudios sobre jurisprudencia en las universidades alemanas, lo que generará la creación de cátedras de derecho a las que se vincula la historiografía.
En Alemania coexisten unidades territoriales diversas con diferente derecho positivo, tradiciones jurídicas peculiares y sistema normativo diferenciado, lo que no casa bien con la idea de un derecho natural universal guiado por la razón e independiente de preceptos teológicos. El derecho natural se considera válido para cualquier época y territorio, más allá del derecho positivo.
En Alemania se trata de explicar las diferencias en el derecho positivo acudiendo a la historia, que suministra el conocimiento que permite explicar la diversidad del derecho positivo. De esta forma se desarrolla la crítica y la metódica.
Destaca la universidad de Göttingen en esta serie de estudios. Estudiar el derecho es hacerlo también acerca de las instituciones y el marco político del que ha surgido el derecho positivo, es también estudiar las costumbres, la cultura y las formas de organización social, así como el papel del poder político.
En estas universidades nace también la estadística, considerada como la ciencia que se ocupa de lo relativo al estado y que estudia aspectos institucionales, demográficos, sociales y económicos.
Este interés produjo investigación histórica cuyo objetivo era buscar las señas de identidad. Esto generó el auge de la historia local entendida como la que tiene su objeto en pequeños territorios.
Surgen especialidades en el campo de la historiografía como la historia del arte que Wincklemann desarrolla en su “Historia del arte en la antigüedad” (1764) y que supone una renovación en lo que hasta entonces era una mera historia acerca de los artistas. Esta obra es un claro reflejo de cómo un pueblo o civilización entiende el arte. Mosser también desarrolla una historia económica y social.
Un autor destacado es Herder, precedente de la historiografía romántica germana del siglo XIX.


-         España en el siglo XVIII.

La historiografía española no aporta ninguna gran obra o nuevo planteamiento sin embargo tuvo su importancia a finales del siglo XVIII cuando su aportación fue digna de ser comparada con la de otros países. La evolución se distingue en tres etapas:

a)      el final del siglo XVII se caracteriza por los inicios de la aplicación del racionalismo como elemento de la crítica histórica. Es la época de los novatores, que contribuyen a preparar el ambiente para el desarrollo de los planteamientos críticos y permiten la apertura del país a los conceptos de la Ilustración. Introducen una forma de ver lo histórico en la que no se olvida la visión hispana tradicional y renacentista- humanista. Tratan de superar algunos aspectos negativos de corrientes ligadas a la superstición con origen en la Edad Media. Entre estos novatores destaca el deán de Alicante Manuel Martín, Nicolás Antonio, el marqués de Mondéjar y Sanz de Aguirre.
b)      La segunda etapa está marcada por la personalidad de Gregorio Mayans, heredero del espíritu de los novatores y que escribió sobre muchos temas entre los que destaca la historia. Se implica en proyectos de poco éxito porque no gozó del favor real aunque fue nombrado bibliotecario real y participó en la Academia Valenciana publicando fuentes documentales para las que usó el método crítico en la edición de autores importantes para la historia de España. Chocó con grupos cortesanos dominados por los jesuitas y colegiales mayores, lo que le apartó de los centros de decisión y favoreció que su obra quedara relegada. Esto no ocurrió con el padre Feijoo o el padre Flórez. Mayans no publicó obras ambiciosas sino obras eruditas y editó fuentes y recopilaciones de autores válidos para una historia crítica de España. Debe mencionarse su participación en la Real Academia de la Historia y su proyecto de desarrollar un diccionario histórico de España.
c)      A partir del reinado de Carlos III hay un cambio importante en el ambiente de la corte, ya no dominada por los jesuitas. Campomanes y los manteístas llevan a cabo el ideario de la Ilustración aunque sin una gran ambición. Proliferan intelectuales con puntos de vista críticos y que se ocupan de la historia desde la política. También hay estudiosos que abordan los planteamientos historiográficos desde perspectivas innovadoras, por ejemplo el catalán Campmany, en materia económica (tiene varias obras centradas en Cataluña), Sempere y Guarinos, en materia de derecho, Larruga y Forner. En general hay un ambiente propicio para la historia desde planteamientos más críticos.











TEMA 6: EL SIGLO DE LA HISTORIA. ROMANTICISMO, HISTORICISMO Y POSITIVISMO.

El elemento más importante fue el impacto de la Revolución Francesa que supuso el fin de un orden social y político, lo que provocó miedo y ansiedad pero también confianza en determinados grupos sociales. Derivó posteriormente en las revoluciones de 1830 y 1848.
En la primera mitad del siglo XIX estamos bajo el impacto de la Revolución Francesa y las sucesivas revoluciones. Irán seguidas de períodos reaccionarios con intentos de vuelta a etapas prerrevolucionarias. Es una etapa de gran inestabilidad política, desconocida hasta ese momento.
Es la época del capitalismo industrial y financiero que se afianza y expande y lleva a trasformaciones sociales como la evolución de la burguesía que avanza política y económicamente frente a una aristocracia en retroceso.
Otro elemento novedoso es la aparición del proletariado como grupo social que se consolida, de carácter revolucionario, cada vez más numeroso y que comienza a ser visible políticamente mediante la acción sindical, reclamando un mayor protagonismo. Se convierte en una fuerza potencialmente y de hecho revolucionaria.
También destaca la extensión de corrientes de pensamiento vinculadas a la expansión burguesa y a su ideario liberalista que se va moderando desde unos inicios revolucionarios. A la vez se radicaliza el proletariado con el surgimiento del socialismo en sus diferentes versiones, desde la utopía al cientifismo.
También aparecen los nacionalismos como ideología vinculada a la burguesía con conceptos como el de soberanía nacional. Se vincula al fortalecimiento político de los estados.
Europa consolida su dominio político y económico sobre el planeta pero también lo hace en el ámbito cultural. Es la época de las grandes exploraciones geográficas y científicas.
El siglo XIX es bautizado como el “siglo de la historia” y es cuando penetra en las aulas para quedarse.
La historia en este siglo se consagra como disciplina académica lo que conlleva la profesionalización del oficio de historiador al mismo tiempo que se reclama y obtiene un estatuto científico para la historia.
La historia pasa de ser una reflexión de eruditos, filósofos, clérigos y políticos a ser una especialidad académica o disciplina que es practicada por profesionales que a ella se dedican específicamente. Los gobiernos pagan para que se dediquen a estudiar el pasado y esto supone que se adquiera prestigio social por su labor específica. Se facilitan estos aspectos por la formación en las universidades de cátedras y departamentos donde se organiza el trabajo del historiador. La historia se incluye entre las materias que se imparten en la enseñanza primaria, prueba de su prestigio académico. Los departamentos organizan seminarios que suponen las primeras incursiones en los trabajos de investigación, es decir, cambia la forma de enseñar y aprender historia.
Se dota una infraestructura para desarrollar los conocimientos que aporta la historia. Es importante la creación de archivos y bibliotecas donde se archiva, recoge y cataloga material para ponerlo a disposición de los profesionales.
Se crean órganos de difusión del conocimiento como revistas que dan publicidad a hallazgos y avances. Se editan fuentes.

El siglo XIX también destaca por el historicismo, no como corriente peculiar sino en sentido amplio. Se considera como una visión acerca de los humano desde planteamientos que permiten ver el desarrollo a lo largo del tiempo de esas manifestaciones de lo humano. El punto de  vista del historiador se extiende a todo lo que tiene que ver con el hombre. En el siglo XIX se toma conciencia de que todo es el resultado de un proceso histórico y que hay que explicarlo todo en función de dicho proceso. Todo es por lo tanto relativo, todo es evolución y se toma conciencia de la dinámica implícita en todo lo humano. Esto casa mal con la creencia en verdades inmutables y valores eternos y universales. Se reclama la inexistencia de estas categorías. La naturaleza humana es por lo tanto una entelequia cuando el hombre es cambio y evolución.
Los planteamientos historiográficos se oponen entonces a los planteamientos de la Ilustración. No es un rechazo total pero sí en algunos aspectos choca con el racionalismo ilustrado que tendía a pensar en categorías universales deducidas a partir de la razón.
Durante el siglo XIX cobra protagonismo el interés por los hechos únicos e irrepetibles incluso por encima de las generalidades en las que quedan subsumidos y en las que ahora se cree menos. Cobran importancia los contextos en los que se producen los acontecimientos. Esto supone un esfuerzo por contextualizar. El siglo XIX relativiza las grandes consideraciones generales que proceden de la filosofía racionalista del siglo XVIII.

Otro elemento a destacar es la vinculación cada vez más estrecha entre la historia y los nacionalismos. Incluso llega a interpretarse como un intento de legitimar las construcciones estatales y el fortalecimiento de la idea de nación.
En el siglo XIX hay un gran interés por investigar las historias nacionales, los orígenes. Hay una exaltación de elementos forjados a través del tiempo y que son las señas de identidad de esa nación. La historia investiga esas señas, cuándo aparecen y cómo evolucionan. Se acude a la historia para hacer buenos patriotas y conocedores de la nación y así, como tales, se comportarán.

Las características de la historiografía del siglo XIX tienen que ver con las conquistas intelectuales del siglo XVIII.
La historiografía se hace más compleja y aparecen reflexiones desde planteamientos diversos. Una parte hunde sus raíces en la Ilustración, por ejemplo, el desarrollo de la erudición y la crítica documental (que avanza en el siglo XIX), el racionalismo positivista con pretensiones cientifistas, planteamientos filosóficos en relación con qué es y para qué sirve la historia (mecanicismo propio de la Ilustración) e ideas de carácter materialista como el materialismo histórico.
Pero el siglo XIX también ve aparecer elementos en la historiografía que suponen implícitamente cierto rechazo de algunos de los postulados clásicos de la Ilustración, como por ejemplo el romanticismo, que es una negación del pensamiento ilustrado, y también el nacionalismo que no encaja bien con los postulados universalistas de la Ilustración.

El siglo XIX tiene que ver con la institucionalización de la práctica académica de la historia. También se inicia o alcanza un gran desarrollo un proceso de compartimentación y especialización sectorial de la práctica de la historia. Se fragmenta con la aparición de monografías, trabajos concretos con detalle, estudios detallados sobre aspectos concretos del pasado y con la mayor cantidad de detalles y de verificación posible. A veces esta proliferación de monografías pudo ir en detrimento de los grandes planteamientos generales u obras de síntesis. También esto produjo un alejamiento de la historia con respecto de la filosofía de la historia que aún sigue practicándose pero con una menor importancia que anteriormente.
Sin embargo, el siglo XIX sí produjo elaboraciones teóricas, no exactamente filosóficas, en la medida que se hacían desde dentro de la historia. En el siglo XIX y como parte de esa diversidad, la historia oscila entre tendencias cientifistas y otras de carácter más teórico-filosófico.
Por un lado encontramos planteamientos que tienen que ver con la historia como una ciencia social, que opera con un método crítico, unas reglas de procedimiento, que trata de descubrir el pasado tal y como ocurrió en realidad y con mayor objetividad (que es lo que hace de ella una ciencia social). Destaca en este planteamiento Ranke.
Se difunde la creencia en la posibilidad de reconstruir el pasado tal como ocurrió a través de la recopilación de sucesos ordenados cronológicamente mediante un análisis crítico de las fuentes documentales. Si éstas no son precisas, se trata de acudir a las ciencias auxiliares que podrían contribuir a rellenar esos vacíos. Se intenta también establecer los hechos de forma indirecta, sobre todo en historia antigua y medieval porque son períodos extensos y poco explícitos, lo que repercute en la presencia de vacíos documentales. Se acude así a la numismática, la epigrafía o la arqueología, que experimentan un gran desarrollo porque también aportan conocimientos válidos cuando no es posible obtenerlos de las fuentes primarias. La historia se presenta así como una ciencia social.

El positivismo de Ranke representa esta tendencia que se opone a los planteamientos filosóficos que exponen microsistemas explicativos que dan cuenta de las claves del devenir histórico. Para ellos, la historia es una disciplina en la que el historiador encuentra las claves esenciales del desarrollo histórico y que se integran en un esquema teórico. Se buscan esas claves en el terreno de las ideas porque el desarrollo histórico está marcado por dichas claves. Esta es una nueva versión del providencialismo medieval.
Una versión de esta forma de ver las cosas es cuando las claves se buscan, no en las ideas, sino en la materia. Esto se conforma en el materialismo histórico.

La historia del siglo XIX también fluctúa entre la historia científica y filosófica y la historia concebida como arte, planteamiento que proviene de la antigüedad y del Renacimiento. La historia sería un arte que elabora un discurso bello del pasado. De esta forma se intensifican en este siglo sus relaciones con la literatura y es ahora cuando surge la novela histórica. También la literatura ingresa en la historia y los historiadores quieren contar el pasado de una forma literaria y bella.

Algunos estudiosos plantean otras claves en la historiografía del siglo XIX, por ejemplo, el enfrentamiento y oposición entre una historiografía liberal-conservadora-burguesa y una historiografía socialista próxima a los intereses del proletariado.

En el siglo XIX se dieron tres grandes corrientes que se disputaron la hegemonía o la influencia intelectual: el positivismo, el romanticismo y el historicismo. Un cuarto elemento sería la historiografía socialista o marxista, que también tiene influencia de elementos de las otras tres. También pueden encontrarse combinaciones entre ellas y es posible que haya autores de tendencia positivista historicista por citar un solo ejemplo.
El historicismo es un planteamiento que analiza las acciones humanas desde planteamientos históricos.
En el siglo XIX surgen escuelas con conciencia de tendencia de pensamiento y que precisan de un “padre fundador” que da sentido al grupo, formado por discípulos que comparten una serie de elementos comunes y que reconocen al maestro. También necesitan un “catecismo”. Esto no sucede en la primera mitad de siglo.
El siglo XIX también se caracteriza por el carácter híbrido de esas corrientes intelectuales que no se adscriben a una corriente claramente definida. Se han intentado clasificar desde diferentes puntos de vista.

-         Romanticismo: corriente que no comparten todos los historiadores. Es un movimiento literario y procede de la literatura. Ejerció gran influencia llegando a dominar una gran parte de la literatura europea. Los elementos que lo definen es que es un tipo de creación con un gran protagonismo de la imaginación y la subjetividad. Se aprecia un valor esencial que es la libertad para formalizar las ideas en una forma de expresión sin restricciones formales. Otro elemento es la idealización de la naturaleza entendida como estado natural del hombre y su relación con la realidad física. Otro elemento es el interés por la Edad Media, que se convierte en una etapa a redescubrir. También destaca la exaltación del pueblo y de las tradiciones populares que es un valor que contrasta con el espíritu racionalista.

Aplicado a la práctica historiográfica, el romanticismo tendría un origen muy concreto ubicado en Alemania en la época de la Ilustración. Su máximo representante es Herder (1744-1803).

Herder escribió una obra cuyo título es “Ideas sobre la filosofía de la historia de la humanidad”. No es exactamente un filósofo ni un historiador. Hace consideraciones sobre la historia que le lleva a planteamientos que llevaban a un lugar común de la historia ilustrada.
Es el precursor de la historiografía romántica. Las ideas principales son que la evolución de las diferentes civilizaciones y territorios es diferente y esas diferencias no obedecen a las características del medio físico o a la forma de organización económica de las sociedades o a la forma de organización social o a los sistemas institucionales, ordenamientos jurídicos o constituciones. Lo más importante es el alma colectiva de cada pueblo, el Volgeist, que es algo interior a cada pueblo, con unas peculiaridades innatas y eternas. La historia es el resultado de las manifestaciones del Volgeist a través del lenguaje, costumbres, leyes, folklore, formas de organización social y económica, pero sobre todo de los aspectos espirituales, la idiosincrasia de un pueblo que refleja un mismo Volgeist.
Las implicaciones son muchas y suponen un rechazo a otras ideas predominantes como la de una naturaleza humana y homogénea como querían los racionalistas de la Ilustración. Estas ideas son retomadas por otras ideologías, alcanzando incluso al nacionalsocialismo alemán.
Herder representa la innovación de tendencias nacionalistas y románticas. Tras Herder y dentro y fuera de Alemania, se hizo una historiografía con ese espíritu romántico y características definidas. Por ejemplo la recuperación de la Edad Media como objeto de estudio y con una interpretación diferente a la típica. La Edad Media es vista a la luz de una nueva sensibilidad. La historia romántica gusta del exotismo, del arcaísmo y encaja con la idea de la naturaleza y la libertad. El método historiográfico, en general, no es crítico y toma un gran valor la intuición. El autor romántico escribe cosas aunque no pueden demostrarse. Se trata de recrear la época que está estudiando e involucrarse en los personajes. La forma expresiva y el discurso son proclives a las metáforas, sin ideas muy bien razonadas y presentadas de forma lógica y coherente.
La historia no trata de demostrar sino que funciona por medio de analogías.


-         Positivismo: es una corriente que se va a gestar fuera del campo de la historiografía. Procede del campo de la filosofía e incluso de la psicología.

A.Comte (1798-1857) no es un historiador, es el inspirador o creador del positivismo del que reclamó ser el padre y lo calificó como tal. Es un sistema filosófico basado en la experiencia y el conocimiento empírico de los fenómenos naturales y sociales. Es esencial el conocimiento científico de lo social, de todo lo que afecta al hombre, mediante reglas y criterios científicos, así como descubriendo las leyes que a ellos han de sujetarse. Contempla el conocimiento como algo alejado de las corrientes tradicionales. 
Interesa su obra “Curso de filosofía positiva” en 6 volúmenes cuyo objetivo es responder desde el terreno de las disciplinas sociales a las transformaciones que se están produciendo en la política, industria y ciencia, con objeto de transformar el universo mental y la mentalidad social.
Ofrece una visión renovadora acerca de lo social y la moral, así como de la política, pero sin ser un revolucionario. Pretende regular el orden intelectual y para ello quiere adoptar una actitud científica como clave para cualquier ordenamiento. Estas son las bases de la filosofía positiva, alejada de la metafísica y la teología, que tratará de buscar las reglas que rigen el funcionamiento de esas sociedades.
Distingue estática social, que se ocupa de las características básicas y elementales (estructurales) que presenta una sociedad determinada y de las condiciones que debe cumplir una sociedad para subsistir. También diferencia dinámica social, que trata de indagar las reglas que rigen la transformación de las sociedades.
La situación de una sociedad no es algo que deba considerarse como resultado de la voluntad humana. Resta protagonismo a la capacidad decisoria de los hombres a lo largo de la historia. La voluntad humana es secundaria y la historia no debe ocuparse en destacar los grandes acontecimientos sino buscar las leyes que rigen el desarrollo social, leyes que son objetivas y que dejan al hombre sin mucha posibilidad de intervenir (no pensar en determinismo y sí en una especie de providencialismo).
El origen de estas leyes está en la naturaleza. Comte es católico y defensor de otra forma de entender la religión católica.
Presta atención al estudio de los procesos históricos y a las manifestaciones que a lo largo de la historia habría producido el comportamiento humano.
Habla de tres estadios de la intelectualidad de la humanidad. El conjunto de las ciencias sociales, en general, pasaban por tres estadios teóricos:

-         teológico-ficticio: todo lo que le sucede al hombre trata de explicarse de un modo primario, apelando a la fuerza y a la intervención de los dioses. El hombre recurre a lo sobrenatural, a la magia para explicar su realidad. Es una época dominada por las creencias religiosas, lo desconocido. También desde el punto de vista intelectual predomina la idea del origen divino de las monarquías.
-         Metafísico-abstracto: los fenómenos se explican invocando causas filosóficas, metafísicas o abstractas. En el campo de lo político surgen ideas como igualdad, contrato social, pactismo y libertad.
-         Científico-positivo: trataría de explicar los hechos que afectan al hombre mediante la aclaración con la razón y a través de la experiencia de las causas profundas que operan las manifestaciones humanas. Esto se consigue mediante la ciencia positiva. Para conocer cómo funcionan los fenómenos sociales hay que llegar a generalizaciones que no sean construcciones mentales, que puedan ser demostrables y que cumplan los requisitos del conocimiento científico. No deben estar reñidas con teorías previas. Pero Comte no es historiador. Cuando acude a la Historia lo hace como aficionado y acepta los hechos del pasado sin someterlos a crítica y sin cotejar las fuentes. Su finalidad como historiador es relativa.
El orden político sería el de una organización política gobernada por una oligarquía de sabios, en condiciones de conocer las leyes del funcionamiento de la sociedad y adaptarse, por lo tanto, mejor.

Bordeau fue discípulo de Comte y trató de aplicar sus planteamientos filosóficos. No es historiador y pertenece a una generación posterior. En su “Ensayo crítico sobre la historia” hace consideraciones que definen a la historia como “la ciencia de los desarrollos de la razón”. Debía buscar las leyes que rigen el comportamiento de la especie humana. La sociedad se compone de un engranaje y tiene unos órganos vivos que la hacen funcionar. Para Bordeau hay que buscar la fisiología social. Para prestar atención a los aspectos que permiten conocer a fondo la historia es básico conocer esas células elementales de la sociedad como la familia, la demografía y los comportamientos naturales de la población. Hay que estudiar el hábitat, los tipos de doblamiento, la ocupación del terreno y la alimentación. Bordeau critica la atención sobre las personalidades y los líderes. Propone el estudio de la colectividad anónima, que ha de ser impersonal, tratar lo general, los hechos regulares, las permanencias y desentenderse de los hechos aislados y lo particular.
Para Bordeau la Historia está por hacer porque no satisface las exigencias de una ciencia plena, siendo sus límites oscuros y los conocimientos confusos y vagos. Su método es incapaz de constatar hechos con garantías y la capacidad de la historia para establecer leyes es nula.





TEMA 7: HISTORIOGRAFÍAS NACIONALES EN EL SIGLO XIX.

La historiografía francesa del siglo XIX tiene una gran relevancia por su rica y abundante producción. Puede clasificarse cronológicamente en tres etapas: la que ocupa la primera mitad de siglo y se extiende hasta el inicio del II Imperio, desde este momento hasta la Comuna de París (1871) y la tercera etapa que permanece hasta fin de siglo y que entronca con el panorama historiográfico del siglo XX (es la etapa de la III República).

En el siglo XIX y especialmente en la primera etapa mencionada se vive bajo el impacto de la revolución, que permite consolidarse una nueva ideología y unos nuevos valores a través de los diferentes sucesos revolucionarios.
Los autores interpretan las experiencias revolucionarias teniendo en cuenta las explicaciones globales de desarrollo social que ya habían postulado los ilustrados, de los que se sienten herederos. Lo van a hacer desde planteamientos constitucionalistas y revolucionarios haciendo hincapié en el cambio social. Quienes escriben, a veces ya lo hacen desde la universidad aunque esto no predomina porque hay una mayoría de escritores que proceden de la política y el periodismo. La historia que escriban será una historia comprometida, militante e ideologizada (más que en otras épocas). Escriben para defender su causa una historia comprometida con valores (republicanismo, democracia, monarquía constitucional) y principios (laicismo). La historia se esgrime como un arma ideológica.
Otro elemento es que en la historiografía francesa se reduce el carácter cosmopolita que tuvo durante la época de la Ilustración. La historia se hace así más nacionalista y más eurocéntrica. La historiografía bascula entre dos formas que no se dan en estilo puro. En un extremo lo que se denomina como una historia narrativa con influencia del romanticismo y que pone cuidado en la expresión literaria, que se interesa por la Edad Media y que acude frecuentemente al protagonismo de las grandes individualidades del pasado; está pendiente de las cualidades humanas a las que juzga y aplica valores contemporáneos, lo que provoca que se pueda incurrir en anacronismos.
En el otro extremo hay una historiografía más explicativa, donde lo importante no es la narración sino que lo que interesa es explicar. Está más vinculada a los planteamientos de la Ilustración porque es más universalista y racionalista. También se vincula a la filosofía y a una nueva disciplina que es la sociología. Su discurso trata de destacar a los rasgos dominantes de una sociedad. Los detalles no tienen una gran relevancia. Interesa más el Renacimiento que la Edad Media y también temas de historia social, de la administración, de las instituciones y económica.
-         Sismondi (1775-1842): desarrolla su labor en el campo de la economía. Sus obras son “Historia de las Repúblicas Italianas” e “Historia de los Franceses”. Ninguna de estas obras aporta nada nuevo pero el autor interesa porque se anticipa a una concepción de historia global interrelacionando planteamientos de historia económica, social y política, algo novedoso a principios del siglo XIX. También es prototipo de una historiografía de ideas progresistas donde trata de aplicar ideas de la lucha política del momento al estudio de la historia. Su obra está plagada de ideas como libertad, democracia y de las virtudes del sistema parlamentario.

-         Michelet (1798-1874): se califica ya como historiador aunque no impartió clases en la universidad. Era ensayista y ocupó cargos importantes en la administración, por ejemplo, el de director de los Archivos Nacionales Franceses. Interesa su “Historia de Francia” en varios volúmenes e “Historia de la Revolución Francesa”, también en varios volúmenes. Su obra aporta documentación de primera mano que había utilizado él mismo. Su trabajo tiene una sólida base documental, lo que no era muy habitual en la historiografía francesa. Era de ideología liberal y simpatizante de los planteamientos de los jacobinos durante la Revolución. También es anticlerical. En su obra “Historia de Francia” entronca bastante con planteamientos propios del romanticismo. Es por tanto una historia romántica del pueblo francés, protagonista de su obra como actor colectivo y esencial en el devenir histórico, especialmente en la Revolución en un sentido interclasista, es decir, no considerado como un grupo social. El análisis de la historia de Francia se vuelca en los acontecimientos, las manifestaciones a todos los niveles y en todos los ámbitos como el artístico, lingüístico, leyendas, religiones y derecho. La obra de Michelet no es una historia social de Francia sino de las manifestaciones del pueblo francés. No investiga aspectos como la vida cotidiana, salarios, niveles de vida o adquisitivos, y tampoco contiene elementos referentes a las concepciones ideológicas de los grupos sociales. Por ello su visión es interclasista.
Su “Historia de Francia” es presentada como una dialéctica permanente entre la libertad y el destino o la fatalidad, es decir, la historia como la pugna contra la fatalidad.
Persigue, y aquí enlaza con Sismondi, una historia total porque hay un poco de todo. Es un precursor de la historia científica en Francia, a pesar de se romántico.

-         François Guizot (1787-1874): ejemplo de político de altura que también es historiador profesional. Fue profesor en La Sorbona y ejerció varios ministerios entre los que destacó el de Instrucción Pública, en cuyo desarrollo colaboró de forma importante promocionando una ley para crear escuelas de formación primaria en los departamentos franceses en los que se enseñara también historia.
Escribe “Historia de la Revolución Inglesa”,Historia de la Civilización en Francia” e “Historia de la Civilización en Europa”.
Su postura política está más al centro que Michelet. Fue un liberal moderado comprometido con la Revolución de 1830, cuyo régimen consideró como la aglutinación de un proceso político liberal que no debería avanzar más.
Guizot representa el racionalismo experimental, luego estaría más próximo a lo que Comte definió más tarde como el positivismo.
Reivindica una historia que ocupara el conjunto de la actividad humana, sin embargo sus obras practican un discurso más tradicional que el de Michelet porque en parte se oponía a lo que era entonces moderno, el romanticismo.
Su historia no contiene excesivos detalles, no es minuciosa y en el fondo es mucho más explicativa que narrativa.
Es el representante de otra forma de hacer historia más cercana al positivismo y donde aparece un intento de plantear la historia como resolución a un problema previo, recurso no novedoso pero tampoco muy utilizado. Es lo que se ha denominado Historia-Problema.

-         Tocqueville: autor muy comprometido políticamente. Fue ministro de Asuntos Extranjeros durante la II República. Es célebre por “La Democracia en América” y “El Antiguo Régimen y la Revolución”. Políticamente está más cerca de Guizot que de Michelet, pero la influencia importante viene de Montesquieu en lo que se refiere a la importancia que concede a las leyes, a los ordenamientos jurídicos y que determinan la impronta de una sociedad o cultura. En “La Democracia en América” plantea el surgimiento de las instituciones democráticas en los Estados Unidos de América y que eran las más perfectas. Menciona distintos aspectos para explicar porque arraiga allí como el ordenamiento jurídico, pero también los condicionantes físicos, causas socioeconómicas, luchas políticas y sobre todo a lo que concede gran importancia es a la situación moral del pueblo norteamericano. En la obra “El Antiguo Régimen y la Revolución” analiza los enfrentamientos sociales y políticos en la Francia de finales del Antiguo Régimen y cómo éste se va debilitando y entra en crisis.

Con estos autores se cierra la primera etapa. Los autores que veremos a continuación ya han superado el impacto de la revolución. Se engloban en el período 1852-1871 o Segundo Imperio Napoleónico, III República. La revolución francesa ya interesa mucho menos y queda en un segundo plano. Se abordan cuestiones monográficas de la actividad humana que se alejan un poco de lo que era la historiografía tradicional. Son autores que intervienen en política, están relacionados con las universidades y que también proceden de otros campos. Algunos de ellos impulsan instituciones académicas y oficiales desde las que la historia progresó como la Escuela de Altos Estudios de París o el museo de Prehistoria de Saint Germain.

El positivismo va sustituyendo al romanticismo como corriente en la práctica historiográfica. El espectro de autores es muy amplio.

-         Taine (1828-1893): es historiador, crítico y ensayista. Escribe sobre varios temas y destacan como obras “Historia de las Ideas francesas” y “Filósofos franceses del siglo XIX”, en la que analiza la obra de autores contemporáneos. Es ahora cuando aparece el concepto de Historia Contemporánea que se refiere a la historia reciente. También escribe “Historia de la literatura inglesa” en 14 volúmenes sobre escritores ingleses donde introduce novedades en la forma de escribir sobre literatura inglesa. Escribe “Orígenes de la Francia contemporánea” para referirse a los sucesos recientes, donde se ocupa de la post revolución. En “Ensayo de crítica de Historia” propone y reflexiona sobre el método de estudio de la historia anticipando la escuela metódica francesa. Propone un método con planteamientos del positivismo, es decir, historia como ciencia experimental a través del método. Debe ocuparse de las sociedades como organismos entre los que hay una interrelación y estudiar la “anatomía” y la “biología” de las sociedades. Para ello es necesario un método en cuatro etapas: análisis, reunión y selección de hechos, clasificación, ordenación y distribución de los hechos en función de los temas en compartimentos (religiosos, arte, industria, etc), definición o elaboración de síntesis parciales que permiten al historiador realizar enfoques acerca del tema a tratar y estudio o establecimiento de relaciones entre las distintas definiciones alcanzadas anteriormente y construir una visión de conjunto.
Taine considera que la historia debe ocuparse de las leyes que rigen el funcionamiento de las sociedades, unas leyes que no son de carácter universal y han de tenerse muy en cuenta los valores y creencias dominantes para evitar los anacronismos o interpretaciones del pasado impropias del momento.
Es un representante del positivismo como propuesta metodológica para aplicarla a la historia.

-         Fustel de Coulanges (1830-1889): encarna una variedad distinta a la de Taine porque estamos ante un historiador nato con un bibliografía imprescindible como modelo. Es un profesional, profesor de universidad con mucho prestigio y que representa el academicismo con gran tradición en la erudición y en la crítica historiográfica. Tiene gran rigor crítico y erudición , abarcando la mayoría de documentos necesarios para un buen trabajo en historia. Tiene control sobre los textos y la información.
Escribe “Monarquía Francesa”, “Ciudad Antigua”, modelo de referencia para conocer la ciudad antigua, medieval y renacentista, “Historia de las instituciones políticas de la antigua Francia” en 6 volúmenes que representa la erudición y el domino sobre la documentación.
Representa también la aplicación del empirismo al campo del positivismo y la creencia en alcanzar un estudio objetivo del pasado y la capacidad de construirlo. El historiador podía llenar esos vacíos posibles que podían aparecer.

-         Renan (1823-1892): trató de aplicar a la historiografía sus estudios filológicos de lenguas orientales. Escribe “Orígenes del cristianismo” en 8 volúmenes donde trata especialmente de reconstruir la vida de Cristo como personaje histórico y despojada de los elementos divinos. Es un libro de historia antigua donde aplica la crítica filológica a los textos originales. Interesa porque, por primera vez, se trata de aplicar el método historiográfico sobre una cuestión teológica, aplicando la crítica, en definitiva, los principios del positivismo.


En Inglaterra el panorama historiográfico es menos interesante pero no inferior. Social y políticamente, el siglo XIX inglés es muy estable, lo que se refleja en el ambiente intelectual. Los intelectuales ingleses se interesan por dos temas:

a)      reforma social: proyecto reformista en el que los intelectuales se comprometen. Esto significaba cuestionar la idea de progreso de Smith.
b)      Aspecto económico: destacan Malthus y Smith como objeto de interés. Ricardo también desarrolla la doctrina económica clásica del liberalismo, lo que prueba que la idea de progreso es cuestionada por todos, incluyendo a Malthus y al propio Ricardo.

En definitiva la intelectualidad inglesa no se ocupa de la historia con una postura cercana al socialismo pero sin llegar a él.
En la historiografía inglesa del siglo XIX hay que destacar que adquiere un gran desarrollo. Los autores más importantes son:

-         Carlyle (1795-1881): es más ensayista que historiador, crítico y reformista social que escribe sobre diferentes materias y que forma parte de la intelectualidad. Es por ello que le llamaban “el sabio de Chelsea”. Escribe sobre la literatura alemana y tuvo una gran repercusión por su estilo satírico y de crítica social. Estaba vinculado a los ambientes reformistas, por ejemplo a los utilitaristas de Bentham. También escribe sobre la Revolución Francesa, donde muestra un panorama sobre aspectos sociales y la opresión (visión justificadora) y aunque no aporta nuevos datos, sí una visión populista que tuvo una gran difusión. También escribe “Cartas y discursos de Oliver Cromwell” y una obra sobre Federico II de Prusia en diez volúmenes que incorpora toda la documentación disponible. Es también autor de diversas conferencias recogidas en “Los héroes” y en ellas pone de manifiesto una visión influyente sobre la historia que se explica como un avance de la civilización debida a la actividad de los grandes hombres de la historia que ejemplifican su época y contienen las esencias de dicha época consiguiendo que la humanidad avance, siendo representantes del entorno social del que habían surgido. Traspasa la mera biografía y trata de buscar documentación relacionada con esos grandes hombres, encadenándolos en una secuencia lógica, sin embargo su método no es el propio del historiador. Fue el inspirador de algunos géneros literarios e incluso influye en Dickens.

-         Macaulay (1800-1859): se ha considerado el gran historiador del siglo XIX. También era ensayista, pero es más historiador que Carlyle. Se mueve más en los círculos políticos y es miembro destacado del partido whig. Colaboró también con publicaciones literarias con lo que alcanza una gran difusión. Publica “Trovas de la antigua Roma”, sin embargo la obra fundamental fue los varios volúmenes que escribió sobre la “Historia de Inglaterra”, que tuvo una gran demanda, lo que favoreció que la continuara y terminara estudiando toda la edad moderna. Esto hizo que se le considerara dentro de los ámbitos académicos.
En sus ensayos mezcla aspectos filosóficos, morales y políticos. La calidad literaria era muy importante y se le asimiló al “Rubens de los historiadores”. Decía que la misión del historiador era pintar y dibujar con una gran y amplia gama de colores. El historiador, para él, debe abarcarlo todo y todos los temas relacionados con las épocas que intenta trazar.
Su “Historia de Inglaterra” es en cierto modo tendenciosa y peca de parcial, destacando virtudes y defectos en función de la ideología política del personaje.
Macaulay dominó gran cantidad de documentos y su obra contiene también anécdotas ilustrativas de su interpretación. Su estilo es narrativo y más descriptivo y retórico que explicativo. En su obra priman los elementos de carácter político. Su obra es un himno a la Revolución de 1688 que había consagrado valores políticos tradicionales de la ideología whig.












TEMA 8: PROPUESTAS DE HISTORIOGRAFÍA CIENTÍFICA EN EL SIGLO XIX.


En Alemania la situación es diferente a la de Francia e Inglaterra. En Alemania los problemas esenciales eran dos, por un lado la aspiración latente (y luego más explícita) a realizar la unificación política. Por otro lado Alemania también tenía que emprender la modernización pero sin correr riesgos revolucionarios. Desde finales del siglo XVIII algunos intelectuales vinculados a la universidad de Göttingen comienzan a sentar las bases de una cultura nacional recuperando mitos, tradiciones, derecho positivo, lengua y folklore. En el campo de la historia esto supuso la búsqueda de un pasado común y nacional. Estos planteamientos se intensifican en el siglo XIX y conectan con otros planteamientos más cercanos al positivismo científico y con planteamientos procedentes de las disciplinas auxiliares de la historia como la diplomática, la crítica textual, la erudición, la filología y la paleografía.
Universidades e instituciones políticas impulsan mediante subvenciones la historia y se crean cátedras y departamentos.
Se produce un impulso de búsqueda de fuentes para la historia, de colecciones documentales, de fuentes de acuerdo con la crítica rigurosa. Se fundan academias como la Sociedad para el estudio de la historia alemana (1819) subvencionada por Prusia y Austria, lo que revela un espíritu nacionalista alemán.
En 1826 se publica Documenta Germaniae Historica para recopilar documentación sobre la historia alemana. Entre 1825 y 1837 se publican varios volúmenes de Pasado del pueblo alemán.
Todo esto se proyectó en la historia antigua grecolatina en la que destacaron los historiadores alemanes que reinterpretan la antigüedad. Como autor destaca Wolf, precursor que a finales del siglo XVIII escribe sobre la obra de Homero donde concluye que su origen es muy anterior a la escritura.
También interesan otros autores:

- Niebühr: escribe la Historia de Roma a principios del siglo XIX con una gran aceptación, hasta el punto de convertirse en libro de texto también en Inglaterra. Aplicó a los textos disponibles la crítica filológica, el rigor y la erudición de forma sistemática para llevar a cabo una narración con acontecimientos enlazados y en la que se desecha material que no cumple requisitos del rigor historiográfico.

- Mommsen (1817-1903): también continúa con los estudios clásicos y trata de aplicar a la antigüedad romana la crítica documental. Tuvo una importante actividad académica impulsando los programas de investigación de la academia de Berlín, por ejemplo el Corpus Inscriptionum Latinarum, con 200.000 inscripciones latinas. Investiga sobre época antigua y aborda otras facetas del mundo romano. Lo pudo hacer porque estudió otras disciplinas como derecho, filosofía e historia. Entre sus obras destaca una historia de la moneda, una historia de personajes romanos desde Augusto a Diocleciano, una historia de Roma y otra sobre derecho público romano.
Fue también especialista en epigrafía latina y dominó una gran masa documental a la que somete a una crítica para construir una historia de Roma desde otros puntos de vista.
Su idea de la historia le aleja del paradigma rankeano o de los documentos. Mommsen no creía demasiado en la objetividad del historiador y consideraba que éste sí debía llevar a cabo una labor de pedagogía política. Por eso Mommsen toma también partido.

- Droysen (1808-1889): destaca por sus estudios sobre Grecia y se concentró en Alejandro Magno. Publicó una obra de metodología de la historia. Su planteamiento le aleja del positivismo de Ranke. No compartía la creencia en la positividad de llegar a causas científicas o leyes que explicaran la historia. Es un tanto idealista.

- Ranke (1795-1886): ejerce cargos universitarios, sobre todo en Berlín, y dirige investigaciones. Impulsa los seminarios universitarios donde confluyen profesores y alumnos para desarrollar proyectos de investigación. Investiga en archivos de Alemania, Austria e Italia.
Escribió sobre todo de historia moderna. La primera obra fue “Historia de los pueblos románicos y germánicos (1494-1514)”, donde defiende usar un método basado esencialmente en la crítica documental. Esta obra contiene un apéndice donde Ranke critica a los historiadores modernos, que en realidad es una defensa de una concepción de la historia que partía de la crítica de la historiografía heredada de la Ilustración. Hace historia política y diplomática. En sus obras destaca “Historia de los papas durante los siglos XVI y XVII”, “Historia de Alemania en tiempos de la reforma”, “Guerras Civiles y monarquía en la Francia de los siglos XVI y XVII” y una historia universal (incompleta) en nueve volúmenes.
Los planteamientos de Ranke son:
Los estados y los gobernantes como construcción política a lo largo del tiempo tienen la clave para explicar la historia, luego el historiador debe ocuparse de las relaciones entre los estados y las actuaciones de los gobernantes.
A Ranke también le preocupa el estudio de las características de los pueblos a lo largo de la historia, lo que le entronca con el romanticismo alemán. Considera que hay algo en la evolución de los pueblos germanos que se acerca al concepto de Volgeist. Su historia de Alemania se ha valorado como un intento de demostración de un cometido inherente al pueblo alemán, la ruptura con la Edad Media y con las representaciones políticas de este período, el Sacro Imperio Romano Germánico y el Papado.
Alemania se encuentra a sí misma rompiendo con estas ataduras. La importancia de Ranke es su metodología, calificada como positivista (positivismo rankeano) pero no el filosófico de Comte, porque no busca leyes que expliquen cómo funcionan las sociedades, sino la experiencia como método científico que debe seguir el historiador.
Ranke da importancia a los acontecimientos como sucedieron, pero considerados como únicos e irrepetibles. No se pueden sacar de ahí generalizaciones por eso. Hay que explicarlos con todo lujo de detalles. Reconstruye mediante la descripción los hechos tal y como sucedieron. Para ello están los documentos que deben “hablar” por sí mismos. El pasado es objetivo y real y el historiador debe saber captarlo sin interpretar o con subjetivismos. No debe valorar ni enjuiciar a los protagonistas del pasado. El pasado para Ranke es algo real y para investigarlo ha de acudirse a las ciencias auxiliares. Debe tener formación filológica para realizar crítica formal y también saber paleografía y numismática. El historiador debe renunciar a instruir a sus contemporáneos.
El historiador debe intentar comprender los hechos históricos en sí mismos y sin extraer leyes generales.





-         Langlois y Seignobos: destacan por sus planteamientos metodológicos y se preocupan por problemas epistemológicos. Su “Introducción a los estudios históricos”, de 1898, es un intento de sistematizar el método científico aplicado a los hechos históricos. Defienden una concepción muy parecida a la de Ranke. El historiador debe ser imparcial, pero aún van más allá. El historiador cuenta con los documentos, que son huellas del pasado aunque no son del pasado. En este aspecto se desmarcan de Ranke (los documentos hablan). Son la materia prima que nos hablan de actos y pensamientos de los hombres del pasado. Entre historiador y huella está el razonamiento porque el historiador no puede observar directamente la realidad. Es un conocimiento indirecto, a diferencia de otras disciplinas.
El primer impulso intelectual del hombre es dar crédito a todo lo que tiene ante sí y el historiador debe tener la precaución de someterse a operaciones regidas por una metodología científica. Este sistema deben llevarlo a cabo los historiadores y consta de tres partes esenciales:

a)      heurística: crítica externa del documento. Se analizan las características materiales de los documentos, veracidad y autenticidad documental, falsificaciones, aplicando las técnicas documentales procedentes de otras disciplinas. Antes debemos buscar, inventariar y clasificar los documentos. El historiador debe tratar de reconstruir la forma original del documento, las condiciones en las que fue hecho.
b)      Hermenéutica: crítica interna del documento. Se procede a su análisis de contenido para saber qué nos dice y cómo nos lo dice, el mensaje y las intenciones del autor, si es sincero y es exacto. Debe basarse en los análisis filológicos y la semántica para interpretar correctamente el sentido de las palabras.
c)      Síntesis: se deben confrontar las distintas fuentes y documentos. Se deben reagrupar los hechos, ubicarlos, relacionarlos con otros y seleccionar los más relevantes para llegar a operaciones de síntesis que nos permitan organizar toda la información. Es necesario también que se lleve a cabo de forma colectiva y con el apoyo de las instituciones para archivos y bibliotecas. Para la segunda fase se pueden realizar monografías pequeñas, realizadas por seminarios universitarios, licenciados, etc, y finalmente la síntesis quedaría para el profesor con experiencia.

Seignobos también se preocupó por las relaciones entre la historia y las ciencias sociales en su obra “El método histórico aplicado a las ciencias sociales”, donde dice que los hechos históricos son cuando NO pueden ser observados directamente, de modo que es la forma de conocer un hecho lo que le da la condición de histórico. Por lo tanto se acude a representaciones mentales de modo que la imaginación representa una parte esencial para el conocimiento del pasado, así como la intuición. Es una relación de interdependencia mutua entre las dos partes, ya que ambas se necesitan. Las ciencias sociales nos permiten conocer el presente, lo que es imprescindible para el historiador para representar el pasado. Pero también sucede al contrario, ya que la historia proporciona el desarrollo de toda una evolución a lo largo del tiempo.


-         Lavisse: profesor de historia. Se le encarga una monumental “Historia de Francia”, que comienza en 1903 y trata desde los galos hasta la Revolución Francesa. Colabora con los historiadores de renombre franceses y luego, dicha obra fue continuada con nueve volúmenes más hasta 1919. es una historia eminentemente política con acontecimientos militares y diplomáticos con un lugar secundario para aspectos sociales o económicos.
El concepto de estado/nación cobra protagonismo, especialmente primero con la nación francesa que acaba en el estado francés. Ya los galos eran franceses. Se establece una cronología en base a los reinados, es decir, se personalizan las etapas históricas.
Alcanzó gran difusión un libro en los centros de enseñanza, “El pequeño Lavisse” que era una historia de Francia muy condensada y que fue anticipo de su gran obra.


-         Materialismo histórico (tal y como fue formulado por Marx y Engels).

El materialismo histórico se presenta como algo más que una propuesta. Pretende ser un análisis global de la historia, de la filosofía, etc. Es una crítica radical de los sistemas de pensamiento burgueses que legitimaban el capitalismo. También era una alternativa académica porque no se desarrolla en las universidades y no cuenta con el apoyo de los estados. Se vincula a la lucha social y política, sobre todo al activismo proletario. Surge en un contexto marcado por las pésimas condiciones de vida de gran parte de la población, consecuencia de la Revolución Industrial (emigración a la ciudad). Critica la idea de progreso que en los siglos XVIII y XIX se desarrollaba en Inglaterra desde la percepción de que las esperanzas de crecimiento económico no se producían. Los autores son los alemanes Marx (1818-1863) y Engels (1820-1895), que se exilian a Inglaterra y tienen una relación de maestro y colaborador íntimo. Se conocen a principios de la década de los 40 y comienzan a colaborar estrechamente. Entres sus obras se mencionan, antes del año 48, “La ideología alemana”, “Tesis sobre Feuerbach”, “Manuscritos sobre economía política y filosofía”, “Miseria de la filosofía” (respuesta a Proudhom), “La Sagrada Familia” (crítica a Bruno Bauer y sus colaboradores), “La situación de la clase obrera en Inglaterra” y “El manifiesto comunista”. Tras el año 48 publican “La lucha de clases en Francia”, “El 18 Brumario de Bonaparte”, “Principios de Economía”, “Contribución a la crítica de la economía política” y el primer volumen de “El Capital” (1867). Los otros volúmenes son de 1885 y 1894 e incluso hay un cuarto volumen publicado por Kauskin en la década de los 20 del siglo XX.

El materialismo histórico trata de presentarse como un instrumento de lucha política. Recoge influencias intelectuales entre las que destacan:

a)      la teoría económica inglesa a partir de Adam Smith y especialmente de las aportaciones de Ricardo y Malthus.
b)      La filosofía hegeliana sobre todo en lo que se refiere al método de la dialéctica como método de razonamiento.
c)      Socialismo francés o utópico en cuanto a temas de reforma social, crítica del capitalismo, aparición de nuevos valores y lucha revolucionaria.
La base de toda sociedad es la forma en que se producen los bienes, es decir, la economía. Esto depende primero del desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas o conjunto de elementos que forman parte de la producción y que son el trabajo humano o energía que el hombre aplica (fuerza de trabajo) y los medios de producción (tierra, materias primas, utillaje, técnica, conocimientos técnicos). También depende de las relaciones de producción en el acto de producir, de modo que son relaciones entre grupos sociales determinadas por la propiedad de los medios de producción.
Para el materialismo histórico, las relaciones de producción a lo largo de la historia son siempre de explotación aunque con modos diferentes. Las modalidades serían, tras la aparición de la propiedad privada, el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo. El socialismo y comunismo serían la etapa final, lo que condiciona la abolición de los grupos sociales y de la propiedad privada.
A lo largo de la historia hay dos grupos sociales con intereses contrapuestos. La conciencia del interés de cada grupo crea una conciencia de clase que hace que sea utilizada para iniciar una lucha revolucionaria. La lucha de clases mueve la historia cuando se adquiere la conciencia de clase. Para que triunfe y se pase de uno a otro modo de producción han de aprovecharse las contradicciones entre el grado de desarrollo de las fuerzas de producción (que tienden a avanzar) y las relaciones de producción (que se estancan).
La superestructura ideológica, política y jurídica de la sociedad incluye todo aquello que legitima y reproduce el modo de producción. Es la forma de estado, las leyes o derecho positivo, las creencias, los sistemas filosóficos, la religión y el arte, aspectos que pertenecen a la superestructura y que son un reflejo de la infraestructura porque legitiman las relaciones de producción.
Por naturaleza la superestructura es conservadora. Marx y Engels mencionan que la superestructura también tenía una dinámica propia, aunque no explicaron la relación con la infraestructura.
La historia es una sucesión de etapas de modos de producción y el intelectual tiene la función esencial de proporcionar la teoría para llevar a cabo la acción revolucionaria. El materialismo histórico quiere transformar el presente para crear una nueva sociedad en el futuro. El objetivo es la emancipación del proletariado que tendría éxito cuando se explicara cómo había evolucionado la historia y cuándo se intensificaron las contradicciones.
Marx y Engels también tienen contradicciones y dejan cabos sueltos lo que provocó que el marxismo adoptara diferentes vías.
El materialismo histórico proporciona un marco teórico para analizar el pasado, es un método de análisis de la historia desde la teoría guiada por la investigación.











TEMA 9: HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES EN EL CAMBIO DE SIGLO.

El  panorama a finales del siglo XIX y principios del siglo XX es complejo y de transición entre dos grandes etapas o paradigmas. Por una lado el paradigma rankeano y la versión de la escuela metódica francesa y por otro lado el paradigma de los anales, que incluye desde finales de la década de los 80 hasta el principio del período de entreguerras.
Hay insatisfacción frente a la casi absoluta hegemonía de la historia tradicional académica apoyada por las instituciones y centrada en los hechos políticos, donde priman las acciones individuales, de corte patriótico y nacionalista e interesada en el desarrollo de los estados. Aún la insatisfacción es minoritaria en los medios académicos y procede de ámbitos científicos diversos y no siempre desde dentro de la historia institucional. Se extiende y surge en Francia y Alemania. Se intensifican las relaciones de contacto entre la historia y otras disciplinas o ramas del conocimiento social, que también alcanzan un estatuto científico y obtienen un reconocimiento académico para constituir un método propio de conocimiento. Son la sociología, la antropología, la lingüística, la economía y la psicología.
Estas relaciones no fueron siempre “amistosas” y hubo suspicacias mutuas e incluso rechazos, a veces inevitables, y que generaron aportes mutuos metodológicos y relativos a los objetos de estudio.

-         Relaciones con la sociología: son generalmente difíciles. Desde el campo de la historia tradicional política (por ejemplo, Ranke) se puede decir que se observa un rechazo de la sociología por parte de la historia y por extensión de las concepciones historiográficas que reclaman una mayor atención a los problemas sociales. Por un lado, el método de crítica documental daba mejores resultados si se aplica a la historia política tradicional. Prestar atención a los conocimientos sociales hacía que el método fuera dudoso en su resultado científico, es decir, los documentos apenas aseguran algo cuando se refieren a fenómenos colectivos. Esta inseguridad es un motivo importante. Los historiadores consideraban demasiado abstracto ese tipo de conocimiento social pero también reduccionista ya que el conocimiento no tenía en cuenta la singularidad de los acontecimientos. Un segundo motivo de inseguridad sería la poca disposición de los gobernantes a subvencionar ese tipo de historiografía con investigaciones más lentas, difusas y que se alejan de las bases de la historiografía tradicional. El gremio de historiadores, en general, no estaba dispuesto a aceptar esas propuestas de una historia más social y menos política o tradicional.

Desde el campo de la filosofía del conocimiento (epistemología) se trata de establecer relaciones con la historia y con otras ciencias.
Dilthey publica “El mundo histórico”, que fue más desarrollado por Windelband. Ambos distinguían dos tipos de ciencias, por un lado las ciencias de la naturaleza, que tratan de explicar las relaciones entre las cosas materiales para producir un conocimiento científico (ciencias nomotéticas). Por otro lado hay ciencias que se ocupan del espíritu y que tratan de explicar cosas particulares que atañen al hombre, lo único y lo irrepetible, que tratan de comprender. Se refiere a las relaciones que se dan entre los hombres y que se basan en las vivencias y experiencias como formas de conocimiento. Estas ciencias ideográficas son hoy humanas o sociales, pero Dilthey pensaba que era la historia la representación de este tipo de ciencia ya que la sociología usaba muchos de los métodos de las ciencias de la naturaleza.
En esta tradición Rickert avanza esta dualidad diciendo que la realidad empírica es inabarcable desde el punto de vista del conocimiento y que cada ciencia explica una parcela con sus propios métodos. Clasifica en ciencias de la naturaleza con un método generalizador y ciencias de la cultura, entre las que destaca la historia.
Desde la sociología también se habló de la historia. No había opinión de los historiadores tradicionales. En el caso de las monografías históricas especializadas sobre hechos únicos, se critica y cuestiona su utilidad social, especialmente Comte y sus seguidores.
Spencer creía que la posición de la sociología da una visión general a partir de los materiales aportados por la historia que estaría en una posición subordinada y auxiliar.
Durkheim tiene una visión más positiva de la historia a la que ve como una disciplina que no es ciencia porque se ocupa de lo especial, único e irrepetible, por lo tanto no puede establecer leyes como sí hace la sociología. El método de la sociología busca establecer relaciones de causa-efecto, algo que no puede hacer la historia. Propone que los historiadores también se ocupen de los hechos sociales, que pueden ser estudiados en lo que tienen de objetivos. Desprecia la forma tradicional de hacer historia y refleja la insatisfacción del ambiente intelectual. Fundó una revista, “Anuario Sociológico” en 1897, en la que hay reseñas de libros de historia. También escribió la “Historia de la educación en Francia” y fue admirador de Coulanges.

También hay intelectuales en una zona de confluencia entre la historia y la sociología, con planteamientos conciliadores. Cabe destacar a Weber, que aspira a realizar trabajos de historia donde se llega a una más precisa conceptuación y se establece una metodología más vinculada a la sociología que resultara en una historia más conceptual donde se manejaran categorías e incluso abstracciones.
La historia debía ser científica, pero no como quería Ranke porque no basta una reconstrucción minuciosa y rigurosa o erudita y metodológica para que el resultado fuera científico. Lo científico era que se introdujeran conceptos que hicieran comprensible el relato histórico. Explicar no es describir porque maneja conceptos, significados y valores, es decir, tipos ideales o abstracciones a partir de los fenómenos que estudiamos. Los fenómenos sociales se prestan a este tipo de explicaciones porque son más difíciles de describir que los sucesos políticos. No es necesario construir muchos tipos ideales y hay que quedarse con los más significativos y básicos como instrumentos del conocimiento histórico. Para estudiar los fenómenos sociales, Weber propone un método comparativo que lleva a cabo en su libro donde aísla elementos para ver cómo funcionaban en diferentes contextos, por ejemplo, en el mundo católico y protestante. Otra obra importante de Weber es “Economía y sociedad”, donde reflexiona en lo social como objeto de la historia.

La antropología experimenta un importante desarrollo que realizó por varios caminos. Por un lado, la antropología evolucionista incide en el estudio del cambio. Las diferentes culturas atraviesan etapas y existe una evolución hacia fases más desarrolladas. Morgan es su representante con conceptos como salvajismo, barbarie y civilización. Cada etapa está caracterizada por un nivel técnico y unas relaciones con el entorno y dentro del grupo. Destacar que esta antropología acude a la historia para explicar el cambio.
Otra rama dice que los sistemas sociales de los pueblos primitivos actuales se parecen a los de las culturas antiguas desaparecidas, aspecto que Frazer propone a los prehistoriadotes para establecer analogías.
Otra corriente tiene en cuenta a la historia. Es la antropología historicista que estudia las historias actuales de las tribus actuales teniendo en cuenta su contexto y sin establecer analogías. Su máximo representante fue Boas.
Otra corriente es la representada por Macinowski, llamada antropología funcionalista. Trataba se estudiar la función social de creencias, ritos, costumbres e instituciones de los pueblos con una función social estabilizadora que había que descubrir. Se propone el trabajo de campo y observar la evolución de la tribu.

Antropología e historia tienen muchas e intensas relaciones mutuas.

Respecto a la economía, puede decirse que despega antes que la historia, especialmente a partir de Smith y durante el siglo XIX con los economistas clásicos y la escuela neoclásica. Ya entonces se hace uso de las matemáticas y de otras especialidades y se había creado su propio lenguaje. Mantiene una fructífera relación con la historia.

Schmoller, economista alemán es contrario a las teorías al uso sobre la aspiración de los economistas de formular leyes económicas universales que explicaran relaciones entre magnitudes económicas y que fueran válidas. Insiste en la necesidad de estudiar el contexto histórico y conocer las variables económicas, dando cuenta de lo que efectivamente ocurre en cada época. Schmoller representa un historicismo aplicado al campo de la economía. El economista necesita un profundo conocimiento de la historia. Sus seguidores alemanes realizaron obras importantes acerca de los gremios en la Edad Media o las ciudades hanseáticas, en lo que se puede llamar economía aplicada a tiempos del pasado o historia económica.
Influye fuera de Alemania. En Inglaterra se produce una vertiente entre economía e historia que se puede considerar Historia Económica, pero no son economistas. Se investiga sobre la economía inglesa reciente y destacan nombres como Toymbee, Unwin y Clapham. Toymbee escribe sobre la revolución industrial en sus trabajos de 1884. Unwin estudia la organización industrial en los siglos XVI y XVII. Clapham estudia el desarrollo económico de Francia y Alemania en la Edad Moderna. Todos utilizan siempre enfoque y métodos de historiadores.

En 1929 se crea la revista “Economic Historic Review” que aún hoy se publica. Esto supone el reconocimiento a una tendencia sólida que se arraiga. En los años 30 se desarrolla la historia cuantitativa o serial como forma en la que el historiador selecciona información a partir de fuentes numéricas, la trata y descubre comportamientos anónimos o colectivos (salarios, precios, etc). Esta historia se comienza a desarrollar con los trabajos de Simiand cuando publica estudios sobre la evolución de los salarios y precios.
Hamilton tiene varios libros sobre la evolución de los precios en España durante la Edad Moderna, así como la llegada de oro y plata a Sevilla.
-         Manifestaciones de esta “insatisfacción”.

A veces este sentimiento procede del ambiente académico. En Alemania encontramos varios volúmenes de “Historia de Alemania” de Lamprecht entre 1891 y 1909. Antes había publicado “Vida económica de la Edad Media en Alemania”. Interesa porque originó la disputa del método. Cuestiona el papel central que había tenido el estado, el protagonismo de las individualidades y los hechos irrepetibles y reclama una historia distinta donde el método descriptivo sería sustituido por otro más explicativo, hablando de las interrelaciones entre procesos históricos y mostrando a la historia como una ciencia empírica. Le presta atención a los fenómenos sociales y económicos, pero también a la cultura y esto era nuevo.
Pero Lamprecht no pudo evitar incurrir en una concepción que recuerda al sentimiento romántico y también tradicional, donde se recuerda este espíritu colectivo del pueblo alemán. Esto supuso críticas en Alemania, aunque se aceptó.
Se le achaca que incurrió en muchos errores e inexactitudes, lo que es imperdonable en Alemania. Tendió a presentarse como la historia escrita por un aficionado.

En Francia hay quienes discrepan de la escuela metódica porque hay que hacer algo más. H. Berr reclama otro tipo de historia diferente. Su tesis doctoral “Esbozo de la síntesis de conocimientos basado en la Historia” de 1893, explica que la historia es la principal de las ciencias sociales. El historiador debe aspirar a la gran síntesis apoyándose en el sociólogo, etc. Para ello fundó en 1900 “ Revue de síntesis histórica”, foro internacional donde cabían artículos de discusión teórica relacionados con la historia y las demás ciencias sociales. Fue una alternativa a Monod, etc. Escribe “La Síntesis en historia” que servirá de inspiración para el surgimiento de la escuela de los Annales.

En Estados Unidos la situación es más sencilla al no haber tradición historiográfica. Casi no existe un pasado. Los historiadores plantean criterios renovadores en relación a lo que se hacía en Europa. Supone un impacto y un revulsivo la obra de Turner (1893) “La frontera en la historia americana”, símbolo del movimiento New History como intento por modernizar la historia más allá de la historia política e institucional.
Su tesis es que la creación de la nación americana obedece a un contexto de conquista y colonización en cuatro fases: cazadores, mineros, granjeros y la urbana.
Otro autor influyente es Bear (1913) que reinterpreta la Constitución americana, sus principios, desde un punto de vista socioeconómico. Afirma que preserva los intereses de grandes grupos económicos dominantes.










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